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22 ideas para viajar por España en mayo

Si tuviera que elegir un mes para recorrer España, sin duda sería mayo. ¿La razón? Es ese momento perfecto en el que todo parece estar en su punto justo: el clima es amable, los días son largos y luminosos, la naturaleza está en pleno esplendor… y aún no han llegado las aglomeraciones del verano.

Mayo es ideal para perderse por pueblos con encanto, hacer rutas al aire libre sin el calor sofocante, descubrir ciudades con calma o disfrutar de festivales, flores y tradiciones que marcan esta época del año. Desde el sur más soleado hasta los rincones verdes del norte, España ofrece un sinfín de propuestas que en este mes lucen especialmente bien.

En este artículo encontrarás 22 ideas para viajar por España en mayo: escapadas de fin de semana, rutas en la naturaleza, celebraciones únicas y lugares que, en esta época, muestran su mejor cara. Porque viajar en mayo no solo es más cómodo, también es más auténtico.

Propuestas para descubrir España en mayo

Córdoba y su Festival de Patios (Andalucía)

Si hay un destino que en mayo alcanza su máxima expresión, ese es Córdoba. Durante este mes, la ciudad andaluza celebra uno de sus eventos más emblemáticos y fotogénicos: el Festival de los Patios, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Durante dos semanas, los cordobeses abren las puertas de sus casas para mostrar con orgullo los patios interiores, auténticos jardines escondidos llenos de flores, fuentes, cerámicas y rincones con historia. Pasear por los barrios del Alcázar Viejo, Santa Marina o San Basilio es como entrar en un mundo de color y aroma, donde cada patio es una obra de arte viva.

Más allá de los patios, mayo es un mes perfecto para descubrir la ciudad sin el agobio del calor veraniego. Puedes visitar la Mezquita-Catedral, disfrutar de las vistas desde la Torre de la Calahorra o perderte por las callejuelas de la Judería.

Y por supuesto, no te vayas sin probar un salmorejo bien fresco, unas berenjenas con miel o un flamenquín cordobés en una terraza al sol.

En mayo, Córdoba florece en todos los sentidos. Es belleza, tradición y hospitalidad a raudales. Un plan perfecto para los amantes de la cultura, la fotografía… y las flores.

Ibiza y sus maravillas naturales (Baleares)

Cuando se habla de Ibiza, muchos piensan en fiestas interminables. Pero quienes la conocen bien saben que en mayo, antes del ajetreo veraniego, la isla muestra su cara más serena y auténtica.

Este es el mes perfecto para descubrir las maravillas naturales de Ibiza sin prisas, sin aglomeraciones y con un clima suave que invita a moverse por la isla. Las calas escondidas, como Cala d’en Serra, Cala Olivera o Es Portitxol, lucen espectaculares, con aguas cristalinas y entornos casi vírgenes donde conectar con la esencia del Mediterráneo.

También es un buen momento para recorrer los senderos de la costa, caminar hasta las torres de defensa, visitar los pueblos blancos del interior como Santa Gertrudis o explorar el Parque Natural de Ses Salines, donde las puestas de sol son inolvidables y los flamencos merodean en libertad.

Ibiza en mayo ofrece además una atmósfera relajada y luminosa, ideal para combinar naturaleza, gastronomía y bienestar. Puedes disfrutar de una comida frente al mar, participar en un retiro de yoga o simplemente ver caer el sol desde Es Vedrà, uno de los lugares más mágicos de la isla.

Si buscas mar, paisajes y paz, Ibiza en mayo es un pequeño paraíso que nada tiene que envidiar a destinos exóticos… pero con alma balear.

Madrid y la fiesta de San Isidro

Visitar Madrid en mayo es hacerlo en su mes más alegre y auténtico. La capital se viste de chulapa y chulapo para celebrar a su patrón, San Isidro Labrador, en una de las fiestas más queridas por los madrileños.

La celebración alcanza su punto álgido en torno al 15 de mayo, con eventos repartidos por toda la ciudad, desde verbenas en los barrios hasta conciertos al aire libre, pasacalles y espectáculos para todos los públicos. El epicentro de la fiesta está en la Pradera de San Isidro, donde miles de personas se reúnen a comer, bailar y disfrutar de un ambiente castizo lleno de mantones, claveles, rosquillas y organillos.

Además de vivir las fiestas, mayo es un mes ideal para recorrer Madrid con calma: los parques están en su mejor momento, las terrazas invitan a relajarse al sol, y los grandes iconos culturales —como el Museo del Prado, el Reina Sofía o el Palacio Real— se disfrutan sin las multitudes del verano.

Y si quieres completar la experiencia, no te pierdas un buen cocido madrileño, una limonada típica o un bocadillo de calamares en la Plaza Mayor.

Madrid en mayo tiene sabor a fiesta, tradición y primavera. Una escapada urbana con mucho ritmo y alma.

Delta del Ebro y sus arrozales (Cataluña)

En mayo, el Delta del Ebro se transforma en un espectáculo natural difícil de olvidar. Es el mes en el que los arrozales recién inundados comienzan a teñirse de verde, creando un paisaje único de reflejos, luz y horizontes infinitos.

Este enclave de la provincia de Tarragona, donde el río Ebro se encuentra con el Mediterráneo, es uno de los humedales más importantes de Europa. En esta época, la naturaleza se muestra en plenitud: flamencos, garzas, patos y más de 300 especies de aves encuentran refugio en sus lagunas, playas y campos de cultivo.

Mayo es ideal para recorrer el delta a pie o en bicicleta por rutas que cruzan canales, observatorios de aves y pasarelas sobre el agua. También se puede disfrutar navegando en barca por la desembocadura del río o explorando espacios como la laguna de la Encanyissada o la isla de Buda.

Además de su riqueza ecológica, el Delta del Ebro invita a disfrutar de su cocina, con protagonistas como el arroz con anguila y all i pebre, los mejillones o las ostras recién salidas del mar.

Lejos de las rutas más turísticas, el Delta del Ebro en mayo ofrece silencio, paisajes cambiantes y una conexión directa con la tierra y el agua. Una escapada perfecta para quienes buscan belleza natural en estado puro.

Tenerife en temporada baja (Canarias)

Tenerife, la isla más grande del archipiélago canario, es un destino perfecto todo el año, pero en mayo tiene un encanto especial. La temperatura es suave, el sol brilla con generosidad y, lo mejor de todo, aún no han llegado las multitudes del verano. Es el momento ideal para disfrutar de la isla en temporada baja, con más calma y mejores precios.

En esta época, puedes recorrer con tranquilidad sus grandes atractivos naturales, como el Parque Nacional del Teide, donde los senderos y miradores ofrecen paisajes volcánicos únicos. También es un gran mes para descubrir playas y calas sin masificar, desde la arena negra de El Bollullo hasta las aguas turquesas de Las Teresitas.

La primavera también tiñe de verde el norte de la isla. Lugares como Anaga o Los Realejos regalan rutas de senderismo entre bosques de laurisilva y acantilados espectaculares. Y si prefieres pueblos con encanto, no te pierdas Garachico, La Orotava o el casco histórico de San Cristóbal de La Laguna, Patrimonio de la Humanidad.

Además, en mayo se celebran diversas fiestas populares, como las romerías, en las que tradición, música y gastronomía se unen en ambientes muy auténticos.

Tenerife en mayo es un soplo de aire fresco, una escapada al sol sin agobios, perfecta para quienes buscan mar, montaña y cultura en cualquier rincón del mapa.

Salamanca y su ambiente universitario (Castilla y León)

En mayo, Salamanca vibra con una energía especial. La ciudad dorada, cuna de una de las universidades más antiguas de Europa, combina como pocas historia, arte y un ambiente universitario lleno de vida. Y en primavera, cuando las calles se llenan de luz y las plazas de conversación, esa magia se multiplica.

La Universidad de Salamanca, fundada en 1218, es mucho más que un edificio histórico: es el corazón intelectual y social de la ciudad. Desde su emblemática fachada —donde todos buscan la famosa rana— hasta el ambiente juvenil que inunda las calles, Salamanca respira cultura en cada rincón.

Mayo es ideal para recorrer con calma su impresionante patrimonio: la Plaza Mayor, una de las más bellas de España, las catedrales vieja y nueva, la Casa de las Conchas, el Huerto de Calixto y Melibea… Todo se disfruta mejor cuando el sol de primavera acompaña sin agobiar.

Pero Salamanca también invita a vivirla a pie de calle: terrazas animadas, cafés literarios, conciertos al aire libre y ese ritmo alegre que dan los estudiantes en época de exámenes… y escapadas.

Si te gusta el arte, la historia y el buen ambiente, Salamanca en mayo es un destino que combina belleza monumental y juventud contagiosa. Un viaje entre piedras sabias y noches con chispa.

Playa de Barrika y su verde primaveral (Euskadi)

En la costa de Bizkaia, la Playa de Barrika es uno de esos lugares que parecen salidos de un escenario de cine… y no es casual: su paisaje ha enamorado a fotógrafos, viajeros y hasta a producciones de series como Juego de Tronos. En mayo, con las rocas cubiertas de verde y la brisa del Cantábrico templada, este rincón vasco alcanza una belleza difícil de igualar.

Rodeada de acantilados, la playa destaca por sus asombrosas formaciones de flysch, largas lenguas de roca que emergen en la bajamar como huellas de dinosaurio. El contraste entre el gris de la piedra, el azul del mar y el verde brillante de las algas crea una estampa casi irreal.

Mayo es un mes perfecto para disfrutar del paisaje sin las aglomeraciones del verano. Puedes llegar a pie por senderos que bordean los acantilados y disfrutar de una caminata con vistas espectaculares al Cantábrico. El atardecer aquí es un momento mágico que justifica el viaje por sí solo.

Además, muy cerca se encuentran otros lugares con encanto como Plentzia, Sopela o el propio Puente Colgante de Bizkaia, por si quieres alargar la escapada.

Barrika en primavera es una experiencia para los sentidos: un regalo de la naturaleza que mezcla mar, y rocas tapizadas de verde.

Camino de Santiago entre campos de cereal (Castilla y León)

Mayo es uno de los meses más especiales para recorrer el Camino de Santiago, especialmente en los tramos que atraviesan la meseta castellana, donde los campos de cereal se tiñen de un verde vibrante que pronto se tornará dorado con la llegada del verano.

Este paisaje abierto, ondulado y aparentemente infinito, tiene algo hipnótico y profundamente espiritual. Caminar por senderos que cruzan trigales mecidos por el viento, bajo cielos amplios y limpios, es una experiencia que conecta cuerpo y mente, y que va mucho más allá del simple viaje.

Zonas como Tierra de Campos, en Palencia y León, o la comarca del Cerrato, en Burgos, ofrecen esa belleza sobria y silenciosa que define al Camino en su forma más pura. Carrión de los Condes, Sahagún o Frómista son paradas perfectas para disfrutar tanto de la arquitectura románica como del contacto directo con la tierra.

Además, mayo ofrece temperaturas agradables, menos afluencia que en verano y una luz especial para quienes disfrutan del paisaje, la fotografía o el recogimiento.

Tanto si eres peregrino como si solo quieres hacer un tramo a pie o en bici, el Camino de Santiago en mayo, entre campos de cereal, es una de esas experiencias que se graban en la memoria por su sencillez y profundidad.

Lagunas de Ruidera y sus cascadas (Castilla-La Mancha)

Si buscas un rincón sorprendente donde el agua es protagonista, mayo es el momento ideal para descubrir las Lagunas de Ruidera, un oasis de color y vida entre las provincias de Ciudad Real y Albacete. Este parque natural, formado por una cadena de quince lagunas conectadas entre sí, ofrece un paisaje que no esperarías encontrar en el corazón de La Mancha.

En mayo, con el deshielo y las lluvias de primavera aún recientes, las cascadas que unen las lagunas están en su mejor momento. El sonido del agua fluyendo entre rocas calizas, los reflejos turquesa y verdes intensos del agua, y la vegetación en plena explosión crean una postal inolvidable.

El entorno invita al descanso, pero también a la aventura. Puedes hacer senderismo, rutas en bicicleta, practicar kayak, o simplemente tumbarte a la sombra de un álamo y dejarte llevar por la tranquilidad del lugar.

Las Lagunas de Ruidera también tienen un valor literario: fueron escenario de una de las aventuras de Don Quijote. Pasear por este entorno es, en cierto modo, caminar entre páginas vivas del libro más universal en español.

En mayo, las Lagunas de Ruidera brillan con todo su esplendor, y se convierten en un destino ideal para quienes buscan naturaleza, agua, paz… y un poquito de magia.

Valle de Caderechas y la floración de los cerezos (Castilla y León)

En el norte de la provincia de Burgos, escondido entre colinas y bosques, el Valle de las Caderechas se convierte en abril y mayo en un auténtico paraíso floral. Aunque no tan conocido como otros destinos de floración, este valle ofrece uno de los espectáculos más hermosos y tranquilos de la primavera castellana: la floración de los cerezos.

Durante las últimas semanas de abril y las primeras de mayo, miles de cerezos en flor tiñen el paisaje de blanco, creando un contraste mágico con el verde de los montes que lo rodean. Pueblos como Madrid de las Caderechas, Rucandio, Quintanaopio o Salas de Bureba son algunos de los mejores puntos para disfrutar de esta experiencia, con senderos que serpentean entre campos y árboles en plena floración.

Además del valor paisajístico, Caderechas es un valle con tradición agrícola y productos con denominación de origen, como sus cerezas y manzanas reineta, que le dan sabor a cada visita. La zona invita a pasear con calma, cámara en mano, y dejarse llevar por el silencio y la belleza de lo sencillo.

En mayo, el Valle de las Caderechas es un lugar perfecto para desconectar, respirar aire puro y descubrir un rincón poco masificado, ideal para los amantes de la fotografía, la naturaleza y las escapadas con encanto.

Costa Quebrada y sus puestas de sol (Cantabria)

En la costa occidental de Cantabria, entre Santander y la playa de Valdearenas, se esconde uno de los paisajes más impactantes del norte de España: la Costa Quebrada. Su nombre no es casual. Aquí, el mar ha esculpido durante milenios acantilados escarpados, arcos naturales, agujas de roca y playas salvajes que parecen sacados de otro planeta.

Mayo es un mes perfecto para visitar esta zona: los días son largos, la luz es dorada y el clima suave invita a caminar por los senderos que recorren los bordes de los acantilados. La vegetación primaveral da un toque de color al paisaje, y la ausencia de grandes multitudes permite disfrutar del lugar en toda su calma y grandeza.

Pero si hay un momento que no te puedes perder, es el atardecer. Desde puntos como las playas de Arnía o de Somocueva, los colores del cielo se funden con el Cantábrico, iluminando las formaciones rocosas con tonos rojizos, naranjas y dorados que convierten cada puesta de sol en un espectáculo natural irrepetible.

Ya sea para fotografiar, caminar o simplemente sentarse a contemplar, la Costa Quebrada en mayo es uno de esos lugares que emocionan por su belleza salvaje. Un rincón perfecto para quienes buscan inspiración, naturaleza y desconexión frente al mar.

Arribes del Duero y sus cañones (Castilla y León)

En la frontera natural entre Salamanca y Zamora con Portugal, el Parque Natural de los Arribes del Duero es uno de los paisajes más sorprendentes y menos masificados del oeste peninsular. Y en mayo, con el caudal del río alto y la vegetación en pleno apogeo, este paraje se muestra en todo su esplendor.

El protagonista indiscutible es el río Duero, que ha excavado durante siglos profundos cañones de hasta 500 metros de altura, formando desfiladeros impresionantes entre paredes de granito. El contraste entre el agua tranquila y la verticalidad de las rocas crea un paisaje tan sobrecogedor como fotogénico.

Mayo es ideal para recorrer los miradores panorámicos, como el de Fermoselle, el Picón de Felipe o el mirador de la Code, donde la vista se pierde entre curvas del río y aves planeando entre las alturas. También es una época perfecta para realizar un paseo en barco por el cañón, desde Miranda do Douro o Aldeadávila de la Ribera, y observar desde dentro la inmensidad de este enclave.

Además de los paisajes, los pueblos de los Arribes conservan tradiciones, arquitectura rural y una gastronomía contundente, con vinos, quesos y embutidos que completan la experiencia.

Arribes del Duero en mayo es una escapada que combina emoción visual, silencio, rutas de senderismo y naturaleza salvaje. Un destino ideal para quienes buscan lugares auténticos donde el paisaje te deja sin palabras.

Hayedo de Belaustegi y su cascada (Euskadi)

Cascada de Belaustegi en el parque natural del Gorbea
Cascada de Belaustegi en el parque natural del Gorbea

En el Parque Natural del Gorbeia, en Bizkaia, se esconde uno de los hayedos más bellos y menos conocidos del norte peninsular: el Hayedo de Belaustegi. En mayo, este bosque se convierte en un escenario de cuento, con los nuevos brotes de las hayas tiñendo el paisaje de un verde intenso y luminoso, ideal para quienes buscan conectar con la naturaleza en su máximo esplendor.

Este rincón mágico no solo impresiona por su frondosidad y silencio, sino también por un tesoro escondido entre sus árboles: una cascada que brota en plena ladera y baja entre musgos, raíces y piedras con una belleza casi hipnótica. En primavera, tras las lluvias, el caudal es generoso y el entorno invita a detenerse, escuchar y respirar hondo.

La ruta hasta la cascada de Belaustegi es relativamente sencilla y muy agradecida. Parte desde las cercanías del parking de Belaustegi y atraviesa un bosque que en mayo está vivo de sonidos, colores y aromas. Es perfecta para una escapada de medio día o una ruta fotográfica.

Si te atraen los lugares poco masificados, de belleza auténtica y atmósfera envolvente, el Hayedo de Belaustegi en primavera es una joya por descubrir. Porque no hace falta ir lejos para encontrar paisajes que parecen salidos de un mundo mágico.

Cameros y sus peñas rocosas (La Rioja)

Lejos del bullicio vinícola, la región de Los Cameros —dividida en Camero Nuevo y Camero Viejo— ofrece uno de los paisajes más salvajes y sorprendentes de La Rioja. En mayo, cuando el campo reverdece, los cielos se despejan y la temperatura es ideal para caminar, este rincón se convierte en un verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza y la geología.

Lo que más llama la atención de esta comarca son sus peñas rocosas, que emergen abruptamente entre valles y barrancos. Algunas de las más impresionantes pueden verse en los alrededores de Islallana, Viguera o Soto en Cameros, donde los farallones calizos y las formaciones caprichosas esculpidas por el viento y el agua ofrecen postales de gran belleza.

Mayo es también un mes ideal para recorrer sus pueblos tranquilos, muchos de ellos semidespoblados, donde aún se respira el aroma de la vida rural auténtica. El silencio de los valles, el vuelo de los buitres leonados y el murmullo de los ríos que serpentean entre las montañas acompañan al viajero en cada paso.

Los Cameros también guardan sorpresas culturales: desde ermitas rupestres hasta antiguos molinos o senderos históricos. Y, por supuesto, una gastronomía serrana con platos contundentes y productos de la tierra.

Los Cameros en mayo son una invitación al descubrimiento lento, a la conexión con el paisaje y a dejarse impresionar por la fuerza de la roca y la serenidad del valle.

Ruta de los Pueblos Blancos (Andalucía)

Pocas rutas en España combinan tan bien paisaje, arquitectura y cultura como la Ruta de los Pueblos Blancos, en la provincia de Cádiz y parte de Málaga. Mayo es el mes perfecto para recorrerla: el campo está en flor, los pueblos lucen más blancos que nunca bajo el cielo azul y las temperaturas son suaves, ideales para disfrutar sin prisas.

Esta ruta atraviesa localidades de origen árabe encaramadas a las montañas de la Sierra de Grazalema y los Parques Naturales de Los Alcornocales. Sus casas encaladas, callejuelas empedradas, patios con geranios y miradores infinitos crean una atmósfera de postal.

Entre los imprescindibles se encuentran Zahara de la Sierra, con su castillo vigilando el embalse; Grazalema, rodeado de naturaleza viva y rutas de senderismo; Setenil de las Bodegas, con sus casas incrustadas bajo la roca; Olvera, coronada por una fortaleza y una iglesia imponente; o Vejer de la Frontera, elegante y bohemia.

Además de su estética cautivadora, estos pueblos conservan con orgullo su artesanía, su cocina (¡atención al queso, el aceite y la carne ibérica!) y sus fiestas locales, muchas de ellas celebradas en primavera.

Recorrer la Ruta de los Pueblos Blancos en mayo es una experiencia de luz, sabor y autenticidad. Un viaje para los sentidos que combina historia, belleza natural y ese ritmo pausado que solo se encuentra en los pueblos con alma.

Cudillero y sus miradores (Asturias)

En la costa norte de Asturias, Cudillero es uno de esos pueblos que parecen pintados a mano. Colgado sobre una ladera que cae directamente al mar Cantábrico, este antiguo puerto pesquero seduce al visitante con sus casitas de colores dispuestas en forma de anfiteatro y su ambiente auténtico, marinero y alegre.

Mayo es un mes ideal para disfrutar de este rincón asturiano: la brisa es suave, la luz realza los colores de las fachadas y el turismo aún es tranquilo. El corazón del pueblo se recorre a pie, serpenteando por callejuelas estrechas que desembocan en plazas, escaleras empinadas y miradores con vistas inolvidables.

Entre los más destacados está el Mirador de la Atalaya, donde se contempla todo el caserío y el puerto; el Mirador del Pico, ideal para ver la silueta del pueblo al atardecer; o el Mirador «El Baluarte», sobre el acantilado, con el mar como protagonista absoluto. Cada uno ofrece una perspectiva única de esta joya costera.

Y, por supuesto, no se puede abandonar Cudillero sin probar su pescado fresco o un buen plato de fabada en una terraza con vistas. El entorno natural, con playas cercanas como La Concha de Artedo o Silencio, completan una escapada perfecta.

Cudillero en mayo es tranquilidad, mar y belleza en estado puro. Un lugar que conquista a quien lo pisa… y que siempre invita a volver.

Sierra de Entzia y sus laberintos rocosos (Euskadi)

En el Este de Álava, la Sierra de Entzia es uno de esos lugares poco conocidos que sorprenden por su belleza salvaje y su atmósfera casi mágica. En mayo, con los hayedos brotando en verde brillante, los prados florecidos y el sol filtrándose entre las ramas, este rincón se convierte en un auténtico espectáculo natural.

Uno de los mayores tesoros de Entzia son sus laberintos rocosos, formaciones kársticas que emergen entre los árboles como esculturas naturales. Lugares como los Laberintos de Arno o de Katarri ofrecen rutas fascinantes entre grietas profundas, dolinas y simas, creando paisajes que parecen sacados de una leyenda.

Mayo es el momento ideal para recorrer estos senderos: la temperatura es perfecta para caminar, y la vegetación está en su punto más exuberante. Los hayedos de Entzia, junto con los de Urbasa, son también un paraíso para los aficionados a la fotografía, la ornitología o simplemente el silencio del bosque.

Además, la zona está salpicada de dólmenes, túmulos prehistóricos y antiguos caminos de pastores, lo que añade un componente cultural y arqueológico a la experiencia.

Explorar la Sierra de Entzia en mayo es sumergirse en un mundo de verdes intensos, rocas misteriosas y rutas que invitan a perderse (con mapa, eso sí). Un destino ideal para quienes buscan naturaleza sin artificios, belleza sin masificaciones y una escapada con alma.

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Baztán y sus leyendas (Navarra)

En el norte de Navarra, el Valle de Baztán se despliega como un mosaico de caseríos blancos, bosques encantados y montañas cubiertas de niebla, donde la naturaleza y la mitología caminan de la mano. Mayo es un mes perfecto para visitarlo: el verde está en su punto más vibrante, las lluvias ceden y el valle se muestra sereno y lleno de vida.

Más allá de su belleza paisajística, Baztán está envuelto en un aura mágica. En sus pueblos —como Elizondo, Ziga, Amaiur o Arizkun— resuenan antiguas leyendas de brujas, akelarres y seres mitológicos vascos. No es casualidad que esta tierra haya inspirado novelas, películas y relatos de misterio.

Puedes seguir los pasos de las leyendas visitando lugares como la cueva de Zugarramurdi, a pocos kilómetros, o adentrándote en bosques como el de Bertiz o Orabidea, donde la niebla y el silencio crean una atmósfera única. Los amantes del senderismo tienen aquí un paraíso, entre caminos que cruzan puentes de piedra, cascadas y prados infinitos.

Además, en primavera, la gastronomía del valle se llena de productos frescos, y las casas rurales y pequeños hoteles son perfectos para desconectar sin perder el contacto con la tradición.

Baztán en mayo es historia, naturaleza y leyenda. Una escapada diferente para quienes buscan algo más que paisajes bonitos: una experiencia que despierta la imaginación.

Monfragüe y sus colonias de aves (Extremadura)

Dentro de Extremadura, entre las sierras de las Hurdes y el valle del Tajo, se extiende el Parque Nacional de Monfragüe, uno de los mejores destinos de Europa para la observación de aves. Y mayo es, sin duda, uno de los mejores momentos para visitarlo.

Este espacio protegido, declarado parque nacional en 2007, es el hogar de algunas de las colonias de aves rapaces más importantes de la península. Desde los miradores naturales como el Salto del Gitano, se pueden ver buitres leonados volando a escasos metros, así como águilas imperiales, alimoche, cigüeñas negras y numerosas especies de aves migratorias.

En primavera, los cielos están llenos de vida, los nidos están activos y los paisajes, salpicados de dehesas y matorral mediterráneo, están en su punto más verde. Es un espectáculo natural que fascina tanto a ornitólogos como a viajeros curiosos.

El parque también ofrece una red de senderos bien señalizados, rutas guiadas, observatorios y centros de interpretación. Visitar el castillo de Monfragüe o pasear por el río Tiétar son planes perfectos para combinar con la observación de fauna.

Además, los pueblos cercanos como Torrejón el Rubio, Villarreal de San Carlos o Plasencia complementan la experiencia con buena gastronomía, historia y tranquilidad.

Monfragüe en mayo es una escapada para respirar aire puro, mirar al cielo… y dejarse maravillar por una naturaleza que todavía late con fuerza.

Alicante y su castillo (Comunidad Valenciana)

Alicante es mucho más que playa y sol. En lo alto del monte Benacantil se alza el Castillo de Santa Bárbara, uno de los enclaves más icónicos del Mediterráneo español. Y mayo es un mes ideal para explorarlo: el calor aún no aprieta, los días son largos y las vistas desde la cima lucen espectaculares.

Esta fortaleza, con origen árabe y ampliaciones posteriores, domina la ciudad desde más de 160 metros de altura, ofreciendo panorámicas impresionantes de Alicante, el puerto y la costa. Subir al castillo, ya sea a pie o en coche, es adentrarse en siglos de historia: torres defensivas, aljibes, mazmorras y miradores que han resistido asedios y conquistas.

Además, en mayo la ciudad vive una efervescencia especial. Las terrazas del casco antiguo se llenan de ambiente, las playas ya invitan a pasear o mojarse los pies, y el castillo suele acoger exposiciones, visitas teatralizadas o conciertos al aire libre.

Tras la visita, puedes recorrer el barrio de Santa Cruz, con sus callejuelas empinadas y casas floridas, o probar la gastronomía local: arroz alicantino, salazones y helado artesanal con vistas al mar.

Alicante en mayo, con su castillo vigilante y su aire mediterráneo, es una escapada que mezcla historia, sabor y luz. Ideal para quienes buscan cultura con brisa marina.

Ribeira Sacra y los cañones del Sil (Galicia)

Entre las provincias de Lugo y Ourense, la Ribeira Sacra despliega uno de los paisajes más sobrecogedores y menos conocidos de España. Y mayo es el momento perfecto para descubrirlo: los viñedos están en pleno despertar, los bosques reviven tras el invierno y los miradores sobre los Cañones del Sil regalan vistas que cortan la respiración.

Los cañones, excavados por el río Sil entre laderas imposibles, alcanzan más de 500 metros de profundidad en algunos tramos. Sobre sus paredes, viñedos heroicos se agarran a la roca y monasterios milenarios se esconden entre castaños y robles. De hecho, el nombre “Ribeira Sacra” proviene de la gran concentración de templos románicos que florecieron aquí desde la Edad Media.

Mayo permite disfrutar del entorno sin las aglomeraciones del verano, con rutas senderistas frescas y silenciosas, paseos en catamarán por el Sil, visitas a bodegas con vistas imposibles, y paradas en miradores como el de Pena do Castelo, Cabezoás o A Cividade.

Además, es una escapada que lo tiene todo: paisaje, vino, historia y tranquilidad. Ideal tanto para una ruta en coche como para perderse sin prisa entre curvas, aldeas, iglesias escondidas y barrancos cubiertos de verde.

Ribeira Sacra en mayo es puro equilibrio entre lo humano y lo natural. Un final perfecto para este viaje por las 22 ideas que demuestran que mayo es uno de los mejores meses para recorrer España.

Mallos de Riglos (Aragón)

En el prepirineo aragonés, junto al río Gállego, se alzan los imponentes Mallos de Riglos, una formación de gigantescas paredes verticales de roca rojiza que hipnotiza a quienes las contemplan. En mayo, con el clima ya suave y los cielos despejados, es el momento perfecto para visitarlos y dejarse impresionar por la fuerza de la naturaleza.

Estos colosos geológicos, que alcanzan hasta 300 metros de altura, son el paraíso de los escaladores, pero también de senderistas, fotógrafos y curiosos que buscan paisajes únicos. Puedes recorrer rutas como la circular de los Mallos, que permite rodearlos a pie, o subir a miradores naturales desde donde se obtienen vistas espectaculares del conjunto y del valle.

Además del valor paisajístico, los Mallos son un enclave de gran riqueza ornitológica. Aquí anidan numerosas rapaces, como el buitre leonado, el alimoche o el halcón peregrino. Verlos planear sobre estas paredes verticales es parte del espectáculo natural que ofrece la zona.

El pintoresco pueblo de Riglos, con sus vistas privilegiadas, es ideal para hacer una pausa y saborear la tranquilidad del entorno. También puedes visitar el Centro de Interpretación de Aves ARCAZ, perfecto para conocer más sobre la fauna local.

Mallos de Riglos en mayo es una escapada perfecta para los amantes de la montaña, la fotografía y las emociones fuertes… o simplemente para quienes desean sentirse diminutos ante la grandeza de la tierra.

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