Los 16 pueblos más bonitos de la provincia de Castellón

Asomada al Mediterráneo como si fuera un decorado de cine, Peñíscola es uno de esos pueblos que dejan huella desde el primer vistazo. Su casco antiguo, coronado por el imponente Castillo del Papa Luna, se alza sobre un peñón que se adentra en el mar, creando una estampa tan bella como inolvidable.

El castillo, construido por los templarios en el siglo XIII y residencia papal en tiempos del Cisma de Occidente, es sin duda el alma de la ciudad. Desde sus murallas se obtienen unas vistas espectaculares del litoral y del parque natural de la Sierra de Irta, que se extiende al sur con rutas perfectas para senderistas y ciclistas.

Pasear por el laberinto de calles empedradas de Peñíscola es viajar en el tiempo. Sus casas blancas, sus tiendas artesanas y el ambiente costero hacen de cada rincón un lugar especial. Y si lo tuyo es la playa, aquí tienes para elegir: amplias y doradas, con todos los servicios, o calas escondidas donde perderse.

En cuanto a fiestas, la Fiesta Patronal en honor a la Virgen de la Ermitana, en septiembre, es el momento perfecto para empaparse de la tradición local. Destacan las danzas ancestrales, los desfiles y los actos religiosos que llenan la ciudad de música y color.

Pocas localidades despiertan tanta admiración a primera vista como Morella, una joya medieval coronada por un castillo impresionante y rodeada por una muralla que parece sacada de un cuento. Ubicada en el norte de Castellón, en la comarca de Els Ports, Morella es uno de esos pueblos que enamoran desde lejos… y aún más al recorrer sus calles empedradas.

Entrar a Morella es como viajar en el tiempo: su imponente castillo, construido sobre un peñasco a más de 1.000 metros de altitud, domina el paisaje y ofrece unas vistas espectaculares. Las murallas medievales, de más de 2 km de longitud y 16 torres, protegen un casco histórico de gran belleza, declarado Conjunto Histórico-Artístico.

Entre sus tesoros destacan la majestuosa Basílica de Santa María la Mayor, una de las iglesias góticas más importantes de la Comunidad Valenciana, el acueducto de Santa Lucía y numerosas casas señoriales que cuentan historias en cada piedra.

Morella también vibra con su tradición y cultura. Si tienes ocasión, no te pierdas sus fiestas mayores en agosto, o el famoso Sexenni, una festividad que se celebra cada seis años en honor a la Virgen de Vallivana, con danzas ancestrales y calles engalanadas por los vecinos. Una muestra viva del orgullo morellano por sus raíces.

Además, en los alrededores puedes descubrir parajes naturales ideales para senderismo o probar su exquisita gastronomía: guisos de caza, quesos artesanos y la trufa negra son protagonistas.

Cervera del Maestre es uno de esos pueblos que parecen suspendidos en el tiempo. En lo alto de una colina, en pleno corazón del Baix Maestrat, esta villa castellonense ofrece una experiencia única para quienes buscan historia, tranquilidad y belleza en estado puro.

Su casco antiguo, uno de los más bonitos y mejor conservados de la Comunidad Valenciana, es un auténtico viaje a la Edad Media. Pasear por sus calles empedradas y laberínticas, entre casas de piedra y pasadizos estrechos, es sumergirse en siglos de historia. Y todo, bajo la sombra de su imponente castillo-fortaleza, que vigila el paisaje desde lo alto y ofrece unas vistas espectaculares del interior montañoso y del cercano litoral mediterráneo.

Pero Cervera no es solo patrimonio. También es fiesta, cultura y fuego. Si puedes, planifica tu visita durante la Trobada de Dracs i Bèsties de Foc, una celebración única en la comarca donde criaturas mitológicas de fuego desfilan entre tambores, pólvora y tradición. Una auténtica experiencia sensorial.

Durante la visita, no te pierdas joyas como la lonja medieval, el molino aceitero del siglo XV, la Iglesia de la Asunción, o los curiosos escudos heráldicos de la Calle Mayor. Y si eres amante de la naturaleza, sus senderos entre montañas y la singular Rambla de Cervera te esperan.

Ah, y no olvides probar la “olleta del Maestre” y llevarte dulces tradicionales de uno de los últimos hornos de leña en activo. Cervera del Maestre es una joya escondida… que una vez descubres, cuesta olvidar.

Culla es uno de esos pueblos que parecen salidos de un libro de historia. Situado en el interior de la provincia de Castellón, en la comarca del Alto Maestrazgo, esta joya medieval sorprende desde el primer paso por su casco antiguo empedrado, sus callejuelas sinuosas y las vistas infinitas que regala desde lo alto de su peña.

Declarado Conjunto Histórico-Artístico, el pueblo conserva vestigios de su pasado templario: restos del castillo, la muralla medieval, portales, aljibes y casas señoriales que le dan ese aire de leyenda que tanto enamora a los viajeros. Pasear por Culla es como viajar al siglo XIII sin prisas y sin filtros.

Una visita imprescindible es la del Parque Minero del Maestrat, a pocos kilómetros del centro urbano, donde se puede recorrer una antigua mina de hierro acondicionada para visitas guiadas. Naturaleza e historia de la mano.

Pero Culla no solo vive del pasado. Su calendario festivo es intenso y muy vivo. En agosto celebran las fiestas patronales en honor a San Roque y San Cristóbal, con música, procesiones, vaquillas y un ambiente que contagia alegría. Además, no puedes perderte la representación de “Culla, 1233”, una recreación histórica en la que todo el pueblo participa y revive la conquista de la villa por parte del rey Jaime I.

Y si a todo esto le sumas la gastronomía local, con platos como la olla cullana o los embutidos de la zona, y una naturaleza que invita al senderismo y a la desconexión, entenderás por qué tantos viajeros dicen que Culla es uno de los pueblos más bonitos de la Comunidad Valenciana.

Segorbe es una de esas ciudades que enamoran por su equilibrio entre historia, naturaleza y vitalidad cultural. Situada entre los Parques Naturales de la Sierra Espadán y la Sierra Calderona, y bañada por la vega del río Palancia, esta capital comarcal ofrece un entorno natural privilegiado que complementa a la perfección su riqueza monumental.

Pasear por el casco antiguo, declarado Bien de Interés Cultural, es descubrir joyas como el acueducto, las murallas medievales, las Torres de la Cárcel y del Verdugo o el Ayuntamiento, antiguo Palacio Ducal del siglo XV. Museos como el MAES, el Museo del Aceite o el Centro In Memoriam permiten entender la evolución histórica de Segorbe a través de sus espacios y costumbres.

Su Catedral-Basílica y las Criptas son paradas imprescindibles, así como un paseo por el Paseo de Sopeña, el Manantial de la Esperanza o los 50 caños, que hacen las delicias de quien busca tranquilidad y naturaleza a un paso del centro urbano.

Y si hay una fecha que anotar en el calendario, es la segunda semana de septiembre, cuando se celebra la famosa Entrada de Toros y Caballos, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. Un espectáculo único que se puede revivir todo el año gracias a su Centro de Interpretación.

Completa tu visita degustando su variada gastronomía local, ideal para reponer fuerzas tras recorrer sus calles llenas de encanto. Segorbe te espera con los brazos abiertos y mil historias por descubrir.

Si hay un pueblo en Castellón que destila historia en cada rincón, ese es Onda. Situada junto al Parque Natural de la Sierra de Espadán, esta villa sorprende al visitante con su imponente Castillo de las 300 Torres, una fortaleza milenaria que domina la comarca y ofrece vistas que cortan la respiración. Pasear por sus murallas es hacer un viaje a la Edad Media.

Las calles del casco antiguo conservan ese encanto que atrapa. No te pierdas la Torre de la Presó, ni la Font de Dins, una preciosa plaza porticada donde parece haberse detenido el tiempo. Allí se mezclan historia, tradición y vida cotidiana en un rincón perfecto para sentarse a tomar algo.

Onda también es sinónimo de cerámica, una tradición que se remonta siglos atrás y que todavía se palpa en la arquitectura, en sus museos y en el alma del pueblo. No en vano, se la considera uno de los grandes referentes de la cerámica valenciana.

Si visitas Onda en octubre, te encontrarás con una de sus fiestas grandes: la Fira d’Onda, declarada Fiesta de Interés Turístico Autonómico. Música, actos religiosos, mercados y mucha animación llenan sus calles de vida, tradición y buen ambiente.

Ya sea por su patrimonio, por su cultura ceramista o por la calidez de su gente, Onda es uno de esos destinos que merece la pena descubrir con calma y curiosidad.

Si hay un lugar que sorprende por su encanto al abrigo de las montañas, ese es Jérica, en el Alto Palancia, al norte de Castellón. Este pintoresco pueblo, abrazado por el río Palancia y rodeado de naturaleza, es ideal para escaparse del ruido y reencontrarse con la tranquilidad.

Lo primero que llama la atención es su icónica torre mudéjar de las campanas, del siglo XVII. Declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional, se alza orgullosa sobre el casco antiguo como un faro de historia. Desde lo alto, las vistas son simplemente espectaculares.

Pasear por sus calles empedradas y empinadas, salpicadas de casonas nobles, restos de murallas y fuentes antiguas, es un viaje al pasado. Y es que Jérica tiene alma medieval. La Iglesia del Socós, la Ermita de San Roque y los restos del castillo son solo algunos ejemplos de su riqueza patrimonial.

Para los amantes de la naturaleza, no falta aventura: la Vía Verde de Ojos Negros pasa por el pueblo, permitiendo recorrer antiguos trazados ferroviarios a pie o en bici, entre paisajes que cortan el aliento.

¿Y las fiestas? ¡También tienen su punto! Destacan las Fiestas Patronales en honor a la Virgen de los Desamparados y San Roque en agosto, con música, tradición, vaquillas y un ambiente alegre y participativo que envuelve todo el municipio.

A un paso de Nules, en el corazón de la Plana Baixa, se encuentra Mascarell, una pequeña pedanía que guarda un tesoro singular: un recinto amurallado completamente conservado que te transporta de inmediato a otra época. Fundada por musulmanes expulsados de Burriana en 1233, esta antigua villa ha sabido conservar intacto su trazado medieval, sus muros protectores y el alma de su historia.

Pasear por Mascarell es recorrer calles rectas y empedradas que te conducen a su encantadora plaza Mayor, donde se alzan la Casa Consistorial, del siglo XVIII, y la Iglesia de San Agustín, un templo barroco con una hermosa capilla rococó. No falta el emblemático pozo, restaurado recientemente como símbolo del pasado comunitario del pueblo.

Lo más impresionante es su muralla del siglo XVI, levantada para defender a los nuevos colonos cristianos tras la expulsión morisca. Con sus 620 metros de perímetro y sus cuatro torres esquineras con almenas y aspilleras, Mascarell es un ejemplo único en la Comunidad Valenciana y ha sido declarado Bien de Interés Cultural.

La devoción popular se respira en las cuatro capillas urbanas que salpican sus calles, especialmente engalanadas en las festividades del calendario religioso local, como las dedicadas a San Roque, San Miguel o la Virgen del Carmen, cuando el pueblo entero se viste de tradición.

Ares del Maestrat es uno de esos pueblos que se recuerdan con una sonrisa. Encaramado sobre una muela rocosa, en el corazón del interior de Castellón, este encantador municipio regala al visitante una de las panorámicas más espectaculares del Maestrat. Solo llegar hasta aquí ya es un placer: curvas suaves, naturaleza agreste y un silencio acogedor que invita a desconectar.

Paseando por sus calles empedradas y empinadas se descubre un pueblo que ha sabido mantener su esencia. En la cima, los restos del castillo árabe y las murallas nos hablan de su pasado defensivo. Muy cerca, la Iglesia Parroquial de la Asunción, del siglo XVIII, preside con elegancia la plaza principal.

Uno de los atractivos más curiosos es la nevera medieval, una construcción subterránea donde antiguamente se almacenaba nieve para su conservación y uso durante el verano. Hoy se puede visitar y es un testimonio fascinante del ingenio rural de otras épocas.

En cuanto a tradiciones, Ares del Maestrat vive intensamente sus fiestas patronales en agosto, con actos populares, vaquillas, música y mucho ambiente. También destacan las fiestas de Sant Antoni, en enero, con su clásica hoguera y la representación del «demonio» y los «dimonis», una de las más singulares de la comarca.

Para los amantes de la montaña y la tranquilidad, Ares ofrece rutas de senderismo, paseos entre almendros y la posibilidad de perderse entre cielos estrellados. En invierno incluso se puede disfrutar de la nieve, algo poco habitual en la Comunidad Valenciana.

Ares del Maestrat es pequeño, sí, pero está lleno de magia. Ideal para una escapada tranquila, cultural y muy auténtica.

Alcalà de Xivert, enclavado entre la Serra d’Irta y Les Talaies, es un encantador municipio del Baix Maestrat que combina historia, naturaleza y tradiciones vivas.

Su casco antiguo alberga joyas como la imponente iglesia barroca de San Juan Bautista, cuya torre campanario de 68 metros es una de las más altas de la Comunidad Valenciana. En lo alto de la sierra se alza el castillo de Xivert, de origen árabe y reformado por los templarios, que ofrece vistas panorámicas espectaculares del litoral y del interior.

La costa del municipio, con núcleos como Alcossebre y Capicorb, sorprende por sus playas tranquilas y sus parajes naturales, como el Parque Natural de la Serra d’Irta, ideal para practicar senderismo y ciclismo. También merece la pena acercarse al faro de Irta, activo desde 1993, uno de los emblemas costeros de la zona.

A lo largo del año, Alcalà de Xivert celebra numerosas fiestas populares que mantienen viva su identidad. En mayo, se rinde homenaje a la Virgen de los Desamparados con procesiones y trajes tradicionales. En junio, las Hogueras de San Juan iluminan la noche más corta del año con un ambiente mágico. Y a finales de agosto, las fiestas patronales en honor a San Juan Bautista y al Sagrado Corazón de Jesús llenan las calles de música, actos religiosos y actividades para todos los públicos.

Alcalà de Xivert es un destino que enamora por su autenticidad, su riqueza patrimonial y su privilegiado entorno natural. Ideal para quienes buscan una experiencia completa en la provincia de Castellón.

Vilafamés, encaramado en una colina de la comarca de la Plana Alta, es uno de esos pueblos que conquistan a primera vista. Pasear por su casco antiguo, declarado Bien de Interés Cultural, es un viaje entre calles empedradas, fachadas de piedra rojiza y un urbanismo que conserva el trazado medieval con todo su encanto.

Dominando el paisaje se alza el castillo de origen árabe, restaurado, desde el que se obtienen unas vistas espectaculares del entorno. A sus pies, la Roca Grossa, un enorme bloque de piedra que parece suspendido en equilibrio, se ha convertido en todo un símbolo local y parada obligada para las fotos.

Vilafamés también es sinónimo de arte. El Museo de Arte Contemporáneo Vicente Aguilera Cerni (MACVAC), ubicado en el antiguo palacio del Batlle, es una joya cultural inesperada en un pequeño pueblo y uno de los mejores museos de arte contemporáneo de la Comunidad Valenciana.

La iglesia parroquial de la Asunción, con su portada barroca, y la ermita de San Miguel completan el recorrido monumental, al que se suma una gastronomía sencilla pero sabrosa y una oferta enoturística en crecimiento.

Si puedes elegir cuándo ir, una gran ocasión es durante las Fiestas Patronales en agosto, con música, procesiones, espectáculos y una animada vida en las calles. Tampoco te pierdas la Romería a la ermita de San Miguel ni el ambiente especial que se vive durante la Semana Santa.

Cinctorres es uno de esos pueblos del interior de Castellón que sorprenden por su riqueza histórica, su entorno natural y una identidad cultural muy marcada. Situado a más de 900 metros de altitud, en pleno corazón de Els Ports, este pequeño municipio guarda grandes tesoros para el visitante curioso.

Aquí nació la tradición de la faixa, esa prenda que hoy vemos en fiestas como los Sanfermines o en los castells catalanes, y que tiene en el Faixero su figura más simbólica. De hecho, el monumento que le rinde homenaje en la plaza principal es ya una parada obligada.

Su iglesia neoclásica, con la mayor cúpula de la diócesis de Tortosa y dos esbeltos campanarios, deja claro que Cinctorres fue un pueblo próspero. Y aún hoy conserva ese aire señorial y acogedor que atrapa al visitante.

Si eres amante de la historia natural, te encantará saber que en sus alrededores se hallaron 900 fósiles de dinosaurios del Cretácico inferior. El yacimiento es visitable y es una experiencia fascinante tanto para adultos como para niños.

Y si lo tuyo es la aventura, el Paraje Natural de la Rambla de Celumbres te espera con impresionantes cortados de hasta 250 metros, donde se ha instalado una vía ferrata para distintos niveles. Naturaleza y emoción en estado puro.

Además, si visitas Cinctorres en agosto, podrás vivir sus fiestas patronales en honor a San Pedro, con música, danzas tradicionales y un ambiente que hace sentirte parte de la comunidad desde el primer momento.

Villahermosa del Río es uno de esos pueblos que hace honor a su nombre. Situado en la comarca del Alto Mijares, este encantador municipio castellonense se encuentra en un entorno privilegiado: a los pies del imponente Penyagolosa, el pico más alto de la provincia y uno de los más emblemáticos de la Comunidad Valenciana.

Pasear por su núcleo urbano es descubrir un caserío pintoresco adaptado a la ladera, con calles estrechas y casas de piedra que conservan el sabor rural. Pero más allá del encanto de sus calles, Villahermosa es una puerta natural abierta al senderismo, la escalada y la observación de paisajes únicos. Muy cerca, el Río Carbo y sus pozas de aguas cristalinas invitan a una escapada refrescante.

Entre su patrimonio destaca la iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora, de estilo barroco del siglo XVIII, y la ermita de San Bartolomé, enclavada en plena naturaleza. También son de interés las ruinas del castillo árabe, que corona el municipio y regala vistas espectaculares.

En cuanto a sus fiestas, una de las más singulares es la Romería a San Bartolomé, que se celebra el 24 de agosto y reúne a vecinos y visitantes en una jornada festiva de devoción, convivencia y tradición. No faltan tampoco sus fiestas patronales en septiembre ni la animada Semana Santa.

Villahermosa del Río es ese rincón donde naturaleza y cultura se dan la mano, ideal para quienes buscan desconexión, autenticidad y aire puro en uno de los paisajes más bonitos del interior de Castellón.

En el norte de la provincia de Castellón, en plena comarca de Els Ports, se alza Forcall, un pueblo encantador rodeado de montañas y atravesado por tres ríos: el Bergantes, el Caldés y el Cantavieja. Su ubicación en un amplio valle le otorga un paisaje sereno y abierto que invita a perderse entre historia y naturaleza.

El corazón de Forcall es su Plaza Mayor porticada, una de las más bellas y singulares de la Comunidad Valenciana, flanqueada por casonas señoriales, el antiguo ayuntamiento y la iglesia de la Asunción. Pasear por sus calles empedradas es recorrer siglos de historia bien conservada.

Entre su patrimonio religioso destaca la ermita de San José y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, mientras que los alrededores ofrecen la posibilidad de visitar antiguos hornos, molinos y restos arqueológicos ibéricos y romanos. No muy lejos, los parajes naturales invitan a practicar senderismo, ciclismo y disfrutar de la tranquilidad del entorno.

Pero si hay algo que define a Forcall es su arraigo festivo. Cada seis años, el pueblo celebra “Els Santantonades”, una de las fiestas de San Antonio más antiguas y espectaculares del Mediterráneo. Esta celebración, declarada Fiesta de Interés Turístico Autonómico, combina teatro popular, fuego, tradición y participación masiva de los vecinos, ofreciendo una experiencia única al visitante.

En el norte de la provincia de Castellón, en plena comarca de Els Ports, se alza Forcall, un pueblo encantador rodeado de montañas y atravesado por tres ríos: el Bergantes, el Caldés y el Cantavieja. Su ubicación en un amplio valle le otorga un paisaje sereno y abierto que invita a perderse entre historia y naturaleza.

El corazón de Forcall es su Plaza Mayor porticada, una de las más bellas y singulares de la Comunidad Valenciana, flanqueada por casonas señoriales, el antiguo ayuntamiento y la iglesia de la Asunción. Pasear por sus calles empedradas es recorrer siglos de historia bien conservada.

Entre su patrimonio religioso destaca la ermita de San José y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, mientras que los alrededores ofrecen la posibilidad de visitar antiguos hornos, molinos y restos arqueológicos ibéricos y romanos. No muy lejos, los parajes naturales invitan a practicar senderismo, ciclismo y disfrutar de la tranquilidad del entorno.

Pero si hay algo que define a Forcall es su arraigo festivo. Cada seis años, el pueblo celebra “Els Santantonades”, una de las fiestas de San Antonio más antiguas y espectaculares del Mediterráneo. Esta celebración, declarada Fiesta de Interés Turístico Autonómico, combina teatro popular, fuego, tradición y participación masiva de los vecinos, ofreciendo una experiencia única al visitante.

Castellfort, uno de esos rincones que parecen detenidos en el tiempo, se alza a más de 1.100 metros de altitud entre los paisajes agrestes del Maestrat. Su ubicación en plena montaña y su trazado medieval hacen de este pueblo un lugar ideal para quienes buscan paz, naturaleza y autenticidad.

Pasear por Castellfort es descubrir callejuelas empedradas, casas de piedra y vistas infinitas que te invitan a respirar hondo y desconectar. El pueblo conserva vestigios de su pasado como la ermita de San Pedro Apóstol, de origen medieval, y la iglesia parroquial de la Asunción, con una sobria y hermosa fachada que se integra perfectamente en el entorno rural.

Pero si hay algo que destaca en la identidad de Castellfort, son sus fiestas tradicionales. La más emblemática es la Rogativa a la ermita de la Mare de Déu de la Font, una peregrinación que une a vecinos y visitantes en un ambiente de devoción y encuentro. También se celebran con entusiasmo las fiestas patronales en agosto, con actos religiosos, música y bailes populares que llenan de vida sus calles.

El entorno natural es otro de sus grandes atractivos: montañas, barrancos y senderos que forman parte del rico paisaje del Alto Maestrazgo, perfecto para los amantes del senderismo, la bicicleta de montaña y el turismo rural.

Con menos de 200 habitantes, Castellfort es ese tipo de pueblo que, sin hacer ruido, conquista a quienes lo visitan. Ideal para una escapada tranquila, para reencontrarse con la esencia del interior de Castellón y disfrutar del silencio que solo ofrecen los pueblos de verdad