Los 18 bosques asombrosos que debemos visitar en España
En España podemos presumir de tener muchos bosques, por lo que se me ha hecho complicado hacer una selección de los bosques más espectaculares que tenemos en nuestro país.
No solo destacamos por la cantidad de bosques, el clima de la Península Ibérica, mitad atlántico y mitad mediterráneo, favorece la existencia de una gran variedad de tipos de bosques.
El árbol más abundante en España es la encina, pero también podemos encontrar infinidad de bosques de robles, hayas, pinos, eucaliptos y castaños.
A diferencia de muchos artículos que podéis leer en internet y que están hechos por agencias de comunicación, la información que aparece en este post es de primera mano, ya que he visitado y fotografiado todos bosques que aparecen en este listado de bosques asombrosos de España.

Y si queréis completar la información con más bosques que merecen una visita, podéis hacerlo descargando la app de España Turismo.
Espero que os guste la selección que he hecho de los bosques más bonitos de España.
Contenido
- 1 Mapa con los bosques más espectaculares de España
- 2 Los bosques más bonitos de España
- 2.1 Hayedo de Ordesa (Huesca)
- 2.2 Hayedo de Belaustegi (Bizkaia)
- 2.3 Secuoyas del Monte Cabezón (Cantabria)
- 2.4 Tejeda de Tosande (Palencia)
- 2.5 Bosque Encantado de Urbasa (Navarra)
- 2.6 Castañar de El Tiemblo (Ávila)
- 2.7 Hayedo de Otzarreta (Bizkaia)
- 2.8 Hayedo Mata de Haya (Navarra)
- 2.9 Sabinar de Calatañazor (Soria)
- 2.10 Castaños Milenarios de Pendes (Cantabria)
- 2.11 Carbayera de El Tragamón (Asturias)
- 2.12 Bosque de bambú de la Ferrería El Pobal (Bizkaia)
- 2.13 Robledal Centenario de Munain y Okariz (Álava)
- 2.14 Bosque de la Sierra Cebollera (La Rioja)
- 2.15 Bosque Encantado de Anaga (Tenerife)
- 2.16 Castaños del Temblar (Cáceres)
- 2.17 Bosque lluvioso del barranco de Obantzea (Navarra)
- 2.18 Robles Milenarios de Etxarri Aranatz (Navarra)
Mapa con los bosques más espectaculares de España
Sabinar de Calatañazor
Tejeda de Tosande en Palencia
Castañar de El Tiemblo
Secuoyas del Monte Cabezón
Castaños Milenarios de Pendes
Hayedo de Belaustegi
Hayedo de Otzarreta
Hayedo Mata de Haya
Hayedo de Ordesa
Carbayera de El Tragamón
Bosque de bambú de la Ferrería El Pobal
Bosque Encantado de Urbasa
Robledal Centenario de Munain y Okariz
Bosque de la Sierra Cebollera
Bosque Encantado de Anaga
Castaños del Temblar
Bosque lluvioso del barranco de Obantzea
Robles Milenarios de Etxarri Aranatz
Pulsar en los marcadores del mapa para más información.
Los bosques más bonitos de España
Hayedo de Ordesa (Huesca)



Desde mi absoluta convicción de que “El Hayedo de Ordesa es uno de los mejor conservados de España”, mi paseo por este bosque de hayas fue una experiencia inigualable. Situado en el Valle de Ordesa (Huesca), este hayedo se extiende desde unos 1.300 m hasta casi 1.700 m, formando En otoño (especialmente en octubre) el hayedo luce colores intensos y la ruta se convierte en un espectáculo visual.
La mejor época para visitarlo es entre mediados de septiembre y principios de noviembre, cuando la luz y la hoja te acompañan en cada rincón. Con niños es perfectamente accesible, salvo en temporada alta donde el parking en la Pradera suele llenarse y es necesario coger el bus desde Torla.
Un planazo para familias y amantes de la naturaleza. Te lo recomiendo sin duda, y si vas… ¡Quizá coincidamos disfrutando de ese paisaje!



Hayedo de Belaustegi (Bizkaia)
El Hayedo de Belaustegi es, sin duda, una de las joyas poco conocidas del Parque Natural del Gorbea. Situado entre verdes laderas y nieblas caprichosas, este rincón se esconde cerca del puerto de Barazar, a solo 45 minutos en coche desde Bilbao. El acceso no tiene pérdida: hay un aparcamiento a pie de ruta, y desde ahí solo te separan unos 20 minutos de caminata entre hayas centenarias hasta llegar al corazón del bosque.
El camino es sencillo, ideal para ir con niños, aunque en días de lluvia puede volverse resbaladizo, así que mejor llevar calzado adecuado. Lo sorprendente es que, entre los troncos húmedos y el musgo que lo cubre todo, el hayedo esconde una cascada impresionante. En solo 10 minutos desde el sendero principal, siguiendo un pequeño desvío, se alcanza la cascada de Belaustegi, una caída de unos 30 metros que aparece de forma inesperada, como un secreto bien guardado del bosque. Su sonido rompe el silencio del hayedo y añade una dosis de magia al paisaje.
Este hayedo es perfecto para visitar en otoño, cuando las hojas pintan el suelo de tonos cobrizos, o en primavera, cuando la niebla matinal lo transforma en un escenario de cuento. A diferencia de otros puntos del Gorbea, aquí la tranquilidad es real: pocas personas, mucho silencio y solo el crujir de las hojas bajo los pies.
Lo mejor de este lugar es esa sensación de haber descubierto algo especial, algo que no todos conocen. Porque el Hayedo de Belaustegi no aparece en todas las guías, pero quienes lo hemos recorrido sabemos que encierra esa magia que solo tienen los lugares que aún conservan su alma salvaje. Y es que sí, lo digo con total certeza: esta es una de las joyas poco conocidas del Parque Natural del Gorbea.
.
Secuoyas del Monte Cabezón (Cantabria)



Uno de esos lugares que me dejó sin palabras fue el bosque de Secuoyas del Monte Cabezón, en Cantabria. Sinceramente, imprescindible si se visita Cantabria. Es un sitio poco común en España, y mucho menos en el norte. Nada más llegar, el aire cambia, se vuelve más fresco, más húmedo, y todo se llena de silencio… hasta que alzas la vista y te ves rodeado de auténticos colosos verdes.
Este rincón está en el municipio de Cabezón de la Sal, muy bien señalizado y con aparcamiento gratuito justo al lado del sendero. La ruta es circular, de unos 2 km, y completamente accesible. Se puede hacer sin problema con niños pequeños o personas con movilidad reducida, porque el camino es de tierra compacta, con pasarelas de madera en algunas zonas. Eso sí, si ha llovido, mejor llevar calzado adecuado.
Las secuoyas miden más de 36 metros, algunas llegan a los 40, y tienen un perímetro de hasta 2 metros. Fueron plantadas en los años 40 como parte de un experimento forestal, y desde 2003 están protegidas como Espacio Natural Protegido. Es increíble pensar que algo tan exótico se esconda entre montañas cántabras, tan cerca del mar.
Recomiendo visitarlo en primavera o en otoño, cuando el clima es suave y el bosque está en su mejor momento. En verano hay más gente, pero incluso así, sigue siendo un paseo tranquilo y envolvente. A mí me pareció una forma maravillosa de desconectar sin hacer una gran caminata, pero sintiéndome completamente rodeado de naturaleza. Y lo dicho: si vienes a Cantabria, este bosque es una parada obligatoria.
Tejeda de Tosande (Palencia)



La primera vez que escuché hablar de la Tejeda de Tosande no imaginaba que estaba ante una de las concentraciones de tejos más importantes de España. Lo descubrí caminando entre troncos retorcidos y raíces centenarias, en plena Dehesa de Montejo (Palencia), dentro del Parque Natural Fuentes Carrionas y Fuente Cobre. Aquí, la naturaleza se impone con 743 ejemplares de tejos, algunos con más de mil años.
La ruta es circular, de unos 10,5 km, y aunque tiene cierto desnivel (unos 350 m), se puede hacer con niños si están algo acostumbrados a andar. El sendero parte de un aparcamiento junto a la carretera CL‑626. A los pocos minutos se atraviesa una vía del tren por un paso elevado, y pronto empiezan las pasarelas de madera que conducen al bosque.
El recorrido está perfectamente señalizado y no tiene pérdida, pero está prohibido salirse del camino para proteger este ecosistema único. En uno de los tramos más altos, a unos 1410 m de altitud, hay un mirador desde el que se puede contemplar el valle y parte de la tejeda. Una auténtica maravilla, especialmente si vas en otoño o invierno, cuando las hojas de las hayas ya han caído y los tejos quedan a la vista como esculturas vivas.
Lo que más me impresionó fue la sensación de estar dentro de un bosque sagrado, donde cada árbol parece tener su propia historia. En la Tejeda de Tosande puedes ver una de las concentraciones de tejos más importantes de España, y eso se nota desde el primer paso. Es un lugar para caminar despacio, escuchar el silencio y entender por qué estos árboles han sido venerados durante siglos.
Bosque Encantado de Urbasa (Navarra)



Castañar de El Tiemblo (Ávila)



.
La verdad, mi “espectacular visita en otoño” al Castañar de El Tiemblo me dejó totalmente enamorado. A tan solo 90 km de Madrid (sí, por la M‑501 y luego una pista forestal hasta El Regajo), esta joya natural en la Reserva del Valle de Iruelas combina accesibilidad y belleza con total naturalidad.
En otoño, todo se convierte en una explosión de ocres, rojos y amarillos. Esa alfombra crujiente de hojas bajo los pies, que pude admirar durante mi espectacular visita, crea una atmósfera casi onírica. La ruta señalizada que arranca junto al refugio de Majalavilla –ideal para ir con niños– recorre unos 4 a 4,5 km circulares, con desnivel mínimo y paradas naturales como “El Abuelo”, un castaño centenario de más de 500 años que impone respeto y admiración.
El acceso está controlado: en otoño, fines de semana especiales o días entre semana concurridos, el aforo se limita a unas 400 personas, con tarifa (2 € por peatón, 6 € por coche, …). Durante esa visita espectacular, comprobé que merece completamente la pena madrugar o ir entre semana para evitar colas.
Además, la ruta es ideal para familias: no se requiere preparación física, los perros son bienvenidos y hay varios rincones para sentarse a comer entre troncos milenarios. Es fácil recorrerlo en unas dos horas, con tiempo para hacer fotos de postal.
La mejor época, sin duda, es octubre-noviembre, cuando el bosque está en su máximo esplendor. Yo fui en esa franja y, como te digo, fue una experiencia espectacular. Ir en primavera o verano es bonito, pero el otoño lo convierte en un verdadero cuadro viviente.
Hayedo de Otzarreta (Bizkaia)



El Hayedo de Otzarreta no es un bosque cualquiera: es un rincón que parece sacado de un cuento. Situado en pleno Parque Natural de Gorbeia, este pequeño hayedo se ha convertido en uno de los lugares más fotografiados de Euskadi, y con razón. Con sus hayas centenarias de troncos imponentes, muchas de ellas “trasmochas” —con las ramas podadas para producir leña—, conserva una estética singular que lo hace parecer mágico, especialmente en otoño, cuando la niebla y las hojas cubren todo de un aura encantada.
El riachuelo Zubizabala serpentea entre la frondosidad, añadiendo un toque sonoro y visual que enamora. De hecho, fue una imagen capturada por el fotógrafo José Benito Ruiz la que catapultó este rincón al estrellato visual, convirtiéndolo en una referencia para fotógrafos de naturaleza de todo el mundo. Desde entonces, el hayedo se ha popularizado como un lugar casi sagrado para capturar la esencia del bosque atlántico vasco.
Una de sus grandes ventajas es lo accesible que resulta: hay aparcamiento justo al lado, ideal para quienes no buscan hacer senderismo, pero sí disfrutar de un paisaje único. Basta con caminar unos pocos metros para estar rodeado de árboles monumentales.
Está en el Puerto de Barazar, sobre la N‑240 (km 38–38.5), a unos 45 km de Bilbao. Aunque su tamaño es reducido, su impacto es enorme. Recomiendo ir en otoño, pero cualquier estación tiene su magia.
Hayedo Mata de Haya (Navarra)



Si hay una ruta que recomendaría sin dudar para el otoño en Navarra, esa es la del Hayedo Mata de Haya. Está ubicado en pleno Valle de Belagua, una de esas zonas donde el bosque parece sacado de un cuento. Lo mejor es que se trata de una ruta muy sencilla para disfrutar del Otoño en Navarra, sin grandes desniveles ni largas distancias: apenas 5 km de recorrido circular con unos 100 m de desnivel, perfectos para hacerla en familia, incluso con niños.
El sendero está bien señalizado (SL-NA 81), así que no hay pérdida. Recorre un hayedo espectacular, con tramos donde el suelo se cubre de hojas y el aire huele a humedad, a tierra viva. En otoño, los colores son una locura: naranjas, dorados y rojizos lo envuelven todo. Personalmente, me encanta escaparme cuando empiezan a caer las primeras hojas… la luz filtrándose entre las ramas hace que todo se vea mágico.
Lo mejor de esta ruta es su accesibilidad: se puede llegar en coche hasta el punto de inicio y no necesitas un gran equipo ni preparación. Como ruta muy sencilla, es ideal para quienes buscan una caminata tranquila, sin complicaciones, pero con paisajes de postal. Sin duda, un plan redondo para una escapada otoñal en Navarra.
Sabinar de Calatañazor (Soria)



Desde que entras al sabinar milenario de Calatañazor, se impone una atmósfera única: estás rodeado de sabinas centenarias que parecen guardianas del tiempo. En el Sabinar de Calatañazor, uno de los mejores conservados del mundo, puedes ver sabinas centenarias que alcanzan más de 14 metros de altura y 2.000 años de vida. Con este preludio, el sentido se agudiza: cada tronco, grueso y retorcido, lleva siglos de historia, sobre un suelo pedregoso y calizo que potencia su singularidad.
La ruta circular es llana y accesible, de unos 4 km, lo que permite recorrerla en poco más de hora y media. Es perfecta incluso para ir con niños. A lo largo del recorrido te acompañan comunidades de tomillo, espliego y cantueso, y la densidad de árboles crea un paisaje casi mágico.
Al caminar entre esas sabinas, se siente su resistencia extrema: adaptadas a largos inviernos y veranos secos, cuentan con raíces profundas y cortezas diseñadas para conservar agua. Algunas podrían incluso alcanzar los 20 metros de altura y más de 4 metros de perímetro, lo que las convierte en auténticos monumentos naturales.
El sabinar está muy cerca del encantador pueblo medieval de Calatañazor, donde las calles empedradas y el ambiente histórico completan la experiencia. Recomiendo además visitar La Fuentona, un manantial de aguas cristalinas que emerge entre rocas, ideal para relajarse después de la caminata.
Castaños Milenarios de Pendes (Cantabria)



A unos 10 km desde Potes, puedes ver más de 200 castaños, alguno de ellos con troncos de 12 metros de circunferencia, un espectáculo visual que pocos lugares pueden ofrecer. El sitio, conocido localmente como El Habario o Castañar de Pendes, se encuentra en la falda oriental de los Picos de Europa, entre los pueblos de Pendes y Cabañes (Cillorigo de Liébana).
La mejor época para visitarlo es la última quincena de junio, cuando los castaños están en plena floración, envolviendo el entorno con aroma y color. También es un lugar perfecto durante todo el verano: la frondosidad de las ramas brinda una sombra fresca ideal para una escapada en familia. Justo junto al bosque encontrarás un área recreativa con mesas, bancos, una fuente e incluso un pequeño campo de fútbol—mucho más que un simple paseo, ¡un plan completo para disfrutar con niños!
Pese a su grandiosidad, el acceso es sencillo: un corto trayecto en coche y solo tienes que andar unos minutos desde el aparcamiento hasta el castañar. La ruta circular familiar de poco más de 1 km es ideal para caminar con calma, escuchando el canto de los pájaros y observando la vida entre las raíces retorcidas de estos árboles monumentales.
Este paseo también revela curiosidades: los troncos, anillos vivos de siglos pasados, ofrecen refugio a murciélagos y polinizadores. Y, si apetece, se puede completar con una visita a la quesería Las Brañas en Pendes, donde podrás degustar los tradicionales quesos lebaniegos, todo un broche gastronómico.
Carbayera de El Tragamón (Asturias)



Cuando pienso en una escapada natural cerca de Gijón, la Carbayera de El Tragamón siempre me viene a la cabeza. Es un precioso robledal de unos 192 ejemplares de la especie Quercus robur, también conocido como roble común o “carbayo” en asturiano. Está situado muy cerca de la Universidad Laboral, lo cual lo hace muy accesible tanto a pie como en coche. Personalmente, me encanta lo bien conservado que está este espacio, donde cada árbol parece contar su propia historia centenaria. No es un paseo largo ni exigente, pero caminar entre esos robles es como entrar en otro tiempo.
El entorno es perfecto para ir en familia, ya que hay zonas de picnic con bancos y mesas, mucho espacio para que los niños jueguen, y caminos cómodos sin desniveles. La estructura del robledal es abierta, tipo adehesado, así que uno puede moverse libremente y disfrutar del entorno sin agobios. Además, si tienes suerte, puedes cruzarte con aves como petirrojos o mirlos, o incluso ver algún ciervo volante escondido entre la hojarasca. En mi caso, siempre que voy, me fijo en los contrastes de colores según la estación. Por eso, recomiendo especialmente visitarlo en primavera o en otoño, cuando la luz y los tonos del paisaje crean una atmósfera casi mágica.
Para llegar, suelo aparcar en las inmediaciones del Jardín Botánico Atlántico y desde allí accedo fácilmente caminando. El camino es corto, no más de un kilómetro, y muy agradable. Lo bonito de este lugar es que, a pesar de estar tan cerca de la ciudad, conserva un carácter muy auténtico. Es un espacio tranquilo, ideal para desconectar, respirar aire puro y reconectar con lo esencial. Si estás por Gijón, es un plan que no falla.
Bosque de bambú de la Ferrería El Pobal (Bizkaia)



En Muskiz, muy cerca de Bilbao, se esconde un rincón que descoloca por completo: un bosque de bambú junto a la Ferrería El Pobal. Te lo digo en serio, cuando lo ves por primera vez, parece que estás paseando por Japón. La imagen es tan inesperada como fascinante: cañas altísimas, un sendero estrecho de tierra, y el rumor del río Barbadún acompañando todo el recorrido.
Este bosque se encuentra justo detrás del museo de la Ferrería El Pobal, una antigua herrería hidráulica del siglo XVI que aún funciona y hace demostraciones los sábados. El acceso es sencillo: puedes aparcar en el museo y caminar menos de 300 metros hasta encontrarte con este paisaje casi mágico. La ruta es apta para todos los públicos, incluso para ir con niños, y se puede recorrer sin dificultad.
La mejor época para visitarlo es en primavera o principios de otoño, cuando la humedad y el verdor lo hacen parecer aún más irreal. En días nublados, la atmósfera se vuelve más intensa, y la mezcla del bambú con las piedras antiguas de la ferrería crea una postal completamente distinta a lo que uno espera de Euskadi.
Curiosamente, no hay ninguna indicación especial que te advierta de lo que vas a encontrar, lo que hace que la sorpresa sea aún mayor. Muchos viajeros coinciden en que no hay nada igual en Bizkaia, y la sensación de estar en otro continente es total. Yo no daba crédito, parecía sacado de una película japonesa, pero estaba a apenas media hora de casa.
Robledal Centenario de Munain y Okariz (Álava)



Uno de los bosques que más me gustan en Álava es, sin duda, el Robledal Centenario de Munain y Okariz. Este lugar parece sacado de un cuento, con más de 600 robles trasmochos que han sobrevivido siglos y siglos. Muchos de ellos tienen más de 500 años, y algunos incluso se consideran milenarios. Este bosque se encuentra entre los pueblos de Munain y Okariz, en Llanada Alavesa, y forma parte de la Red Natura 2000, lo que ya dice mucho de su valor natural.
La ruta circular para recorrer el robledal, suele tener bastante barro, es de unos 6,4 kilómetros, sin mucho desnivel. Durante el paseo puedes disfrutar no solo de los majestuosos robles, sino también del nacimiento del río Zadorra, otra pequeña joya del camino. Lo visité en otoño, cuando el bosque se tiñe de tonos ocres y dorados, y es, sencillamente, espectacular.
Lo que más me impactó fue el silencio. Ese silencio, solo interrumpido por el crujido de las hojas bajo los pies o algún pájaro curioso. Este es un bosque que invita a ir despacio, a mirar con detalle, a sentirse pequeño entre gigantes. Es un rincón de Álava poco visitado que me emociona cada vez que lo recorro, quizás porque no solo es bello, sino también sabio, antiguo y vivo.
Bosque de la Sierra Cebollera (La Rioja)



Para vivir una experiencia otoñal completa, nada como perderse en un bosque de hoja caduca, alejado de las multitudes. Eso es exactamente lo que encontré en la Sierra de Cebollera, uno de los secretos mejor guardados de La Rioja. Situado en la comarca de Cameros, este parque natural alberga una impresionante extensión de hayedos y robledales que en otoño se tiñen de dorado, ocre y rojo, convirtiendo cada sendero en una postal viva.
La ruta más recomendable parte desde el Centro de Interpretación de Villoslada de Cameros, que además de ser punto de partida, ofrece información valiosa sobre la flora, fauna y rutas disponibles. Desde allí, caminar unos 5 a 7 km por senderos bien señalizados te lleva al corazón del bosque. No hace falta ser un montañero experto: hay caminos para todos los niveles, incluso para ir con niños.
Uno de los tramos más mágicos es el que lleva a las Cascadas de Puente Ra, donde el murmullo del agua se mezcla con la alfombra de hojas bajo los pies. Lo mejor de todo es que, al no ser un lugar masificado, puedes disfrutar del silencio y la conexión pura con la naturaleza.
Recomiendo visitarlo entre finales de octubre y principios de noviembre, cuando los colores alcanzan su punto álgido. Aunque el entorno es espectacular todo el año, el otoño aquí tiene algo especial: es como si el bosque se detuviera para invitarte a mirar, respirar y simplemente estar.
Bosque Encantado de Anaga (Tenerife)



Castaños del Temblar (Cáceres)



Si visitas Cáceres en otoño, debes ver estos cinco castaños monumentales con edades comprendidas entre los 500 y los 800 años de edad. Están en Segura de Toro, un pequeño pueblo enclavado en el Valle del Ambroz, y son conocidos como los Castaños del Temblar. El entorno ya es un espectáculo por sí solo, pero caminar entre estos gigantes es otro nivel: historia viva en forma de madera y raíces profundas.
Para llegar, tienes que hacer una ruta circular señalizada (SL‑CC 93) de unos 3,6 km, con un desnivel suave que no llega a 200 metros. Es apta para ir con niños y se tarda poco más de una hora. Lo mejor es ir sin prisa, porque cada castaño tiene su personalidad. Están bautizados como El Hondonero, Retorcío, Bronco, Del Arroyo y Menuero, y todos ellos están protegidos como Árboles Singulares de Extremadura.
Lo ideal es ir entre finales de septiembre y mediados de octubre, justo antes de que empiece la recogida de la castaña (época en la que el acceso está restringido). En otoño, el bosque se pinta de ocres, dorados y rojos, y los rayos del sol filtran entre las ramas creando un ambiente mágico. Una curiosidad: el más antiguo de todos, el Árbol del Arroyo, tiene casi 800 años, y el Hondonero, con su copa de 30 metros de diámetro, es sencillamente impresionante.
Bosque lluvioso del barranco de Obantzea (Navarra)



Nunca pensé que encontraría algo así en España, pero caminar por el barranco de Obantzea es lo más parecido que puedes encontrar en nuestro país a un bosque lluvioso de Centroamérica. Situado en la Sierra de Urbasa, en Navarra, este rincón escondido es una joya natural que te transporta a otro continente sin salir del norte.
La ruta circular arranca desde Iturgoyen y tiene unos 12 km de longitud, con un desnivel acumulado de unos 450 metros. Aunque puede parecer exigente, es perfectamente abordable y muy recomendable para hacer en familia, incluso con niños algo acostumbrados a caminar. El sendero serpentea entre robledales, bojes y paredes cubiertas de musgo que le dan ese aspecto selvático tan único.
Lo curioso de este lugar es su microclima húmedo, que ha creado un ecosistema exuberante. A medida que avanzas, te envuelve una vegetación que parece sacada de una película de aventuras. Es difícil imaginar que un sitio tan salvaje esté tan cerca y sea tan accesible: está bien señalizado y, si llevas el GPS con la ruta, no tiene pérdida.
La mejor época para visitar este bosque encantado es en primavera, cuando el verde está en su punto más intenso y la humedad le da vida a cada rincón.
Robles Milenarios de Etxarri Aranatz (Navarra)



Una de mis rutas favoritas en Navarra para ir con niños es, sin duda, la de los Robles Milenarios de Etxarri Aranatz. Y no lo digo solo por lo bonito del lugar, sino porque es un plan redondo: naturaleza, historia viva y un recorrido ideal para hacer en familia.
Este sendero circular de unos 5 kilómetros, sin apenas desnivel, transcurre por un bosque lleno de robles monumentales que parecen sacados de un cuento. Algunos tienen más de mil años y troncos tan anchos que cuesta creer que sigan en pie. Está perfectamente señalizado desde el aparcamiento a la entrada del pueblo de Etxarri Aranatz, en la comarca de la Sakana, y es tan accesible que hasta con niños pequeños se puede hacer sin problema.
Recuerdo la primera vez que fui, buscando un plan sencillo para pasar la mañana. Lo que encontré fue mucho más: un entorno mágico, árboles con nombre propio como el M.N. 47 (aunque ya cayó en 2012), y una atmósfera que invita a desconectar del mundo. Desde entonces, ha pasado a formar parte de nuestras excursiones favoritas.
Lo mejor es que no necesitas ser un experto senderista. El camino está lleno de paneles informativos que enseñan sobre la flora, la fauna y la importancia de estos robles milenarios. En primavera y otoño el bosque está especialmente bonito, aunque se puede disfrutar todo el año si el tiempo acompaña. Eso sí, tras días de lluvia puede haber algo de barro en las zonas bajas, así que mejor llevar calzado adecuado.
Un plan 100% recomendable si buscas naturaleza, historia y un paseo que enamora a grandes y pequeños.
Descarga nuestra APP España Turismo con los mejores lugares para visitar en España.