
Los 11 arcos naturales más impresionantes de Euskadi
¿Os fascinan los arcos naturales tanto como a nosotros? La existencia de estas formaciones rocosas es todo un desafío a la naturaleza. La fuerza del viento, el frío y el agua frente a la dura y a veces frágil roca, ha creado durante milenios espectaculares lugares en nuestros paisajes.
Sin ser como el Oeste de los Estados Unidos, lugar donde se pueden ver más arcos naturales, las montañas rocosas de Euskadi nos brindan la oportunidad de ver numerosos arcos y cuevas naturales.
Dejamos las cuevas para otro artículo y nos centramos en los arcos naturales que hemos visitado. Nos falta por visitar la Ventana Relux, en Karrantza, que intentaremos visitar próximamente para añadirlo al este artículo de arcos naturales más bonitos del País Vasco.
¿Nos acompañas a disfrutar de las vistas junto a estas espectaculares formaciones rocosas?
Mapa con los arcos naturales de Euskadi
Arco de Zalamportillo

Ojo de Soila
Ojo de Aitzulo
Ojo de Legunbe
Peña del Arco
Puente de los Gentiles
Dolmen de Jaizkibel
Catedral de Gaztelugatxe
Ojo de Atxulo
Arco de Katarri
Ojo de Ungino
Arco de Penpelin

Esperamos que os guste la selección de fotos que hemos hecho de los arcos naturales de Euskadi.
Arcos naturales más impresionantes de Euskadi
Ojo de Aitzulo



Pocas rutas ofrecen una recompensa visual tan espectacular como la que conduce al Ojo de Aitzulo. Situado en la sierra de Aizkorri, en el pequeño valle de Araotz (Oñati), este arco natural es una formación geológica impresionante que atraviesa literalmente la montaña como una ventana abierta al abismo. Cuando llegas al Ojo de Aitzulo, tienes la sensación de haber llegado a uno de los rincones más bonitos de Gipuzkoa.
Para llegar, hay dos opciones: una ruta circular de unos 8 km, o una versión más corta (solo ida y vuelta) de unos 4–5 km, ideal para quienes van con niños o prefieren una caminata más relajada. Ambas rutas están bien señalizadas con marcas PR‑GI‑3003, aunque conviene saber que gran parte del camino tiene pendiente constante y tramos de carretera sin sombra, por lo que es recomendable evitar las horas centrales del verano.
Lo más impresionante no es solo el arco en sí, sino las vistas que ofrece: desde su pupila de piedra se puede observar el valle en toda su amplitud. No es casualidad que se le conozca también como la “ventana de Aitzulo”. El lugar impone, sobre todo por su caída vertical justo al borde del mirador, por lo que hay que extremar la precaución si vas con niños pequeños.
Una curiosidad: el nombre “Aitzulo” significa literalmente “agujero en la roca” en euskera. Y realmente lo es. Una cueva colosal que parece esculpida a mano por la naturaleza. La mejor época para visitarlo es primavera u otoño, cuando la temperatura es agradable y el entorno verde estalla en colores.
Arco de Zalamportillo


Pocas rutas combinan tanta belleza natural, misterio geológico y facilidad de acceso como la que lleva al Arco de Zalamportillo, una formación pétrea espectacular enclavada en el corazón de la Sierra de Entzia. Es un imprescindible, sin exagerar, tanto por su singularidad como por el entorno mágico que lo rodea.
La excursión parte desde el puerto de Opakua, en Álava, donde puedes dejar el coche en la zona de la Fuente de los Alemanes o en Mezkia, ambos puntos de inicio de varias rutas. Desde ahí, el camino es relativamente sencillo: entre 5 y 6 km ida y vuelta, con apenas 80 metros de desnivel, atravesando un hayedo que parece sacado de un cuento. Si vas con niños (de más de 5 años), es ideal: el sendero no está señalizado, pero con GPS o aplicaciones como Wikiloc, no hay pérdida.
El Arco de Zalamportillo, también conocido como arco de piedra de Entzia, aparece casi sin avisar entre los árboles. Esta formación natural es una de las más fotografiadas de la zona, y no es para menos. Tiene ese efecto wow que solo dan los lugares que no esperas encontrar en mitad del monte.
Una curiosidad: muchos combinan esta ruta con la visita al cercano laberinto de Arno, un caos de rocas con forma de pasillos naturales que encantará a los más pequeños (y a los aventureros). Si tienes tiempo, puedes alargar el recorrido y descubrir dólmenes y robles centenarios que también salpican esta parte del País Vasco.
La mejor época para visitarlo es entre mayo y octubre, cuando el hayedo luce su esplendor y el terreno no está embarrado. Yo lo tengo claro: el Arco de Zalamportillo es un imprescindible de la Sierra de Entzia. Hay que vivirlo para entenderlo.
Ojo de Soila

El Ojo de Soila es el rincón más espectacular que he visitado en el Parque Natural de Izki. No exagero. Esta curiosa formación rocosa —un arco natural tallado por la erosión en plena sierra de Soila— parece una ventana abierta al corazón verde de Álava. Se encuentra cerca del pequeño pueblo de Korres, y llegar hasta él es toda una experiencia que combina naturaleza, senderismo y vistas de infarto.
La ruta más recomendable es la circular desde Korres, bien señalizada con marcas amarillas. Son unos 7-8 km que se completan en aproximadamente 2-3 horas, dependiendo del ritmo y las paradas. No es especialmente difícil, aunque hay un tramo con una cuerda para ayudar en la subida final, lo que la hace divertida pero no ideal para ir con niños muy pequeños. Aun así, si están acostumbrados a caminar, puede ser una gran aventura en familia.
Uno de los momentos más mágicos del recorrido es cuando te adentras en un bosque de robles, tilos y tejos centenarios. El contraste entre el verdor cerrado y la apertura rocosa del Ojo de Soila es impresionante. En mi caso, quedé fascinado al atravesar esa especie de ventana natural que enmarca el cielo y el paisaje de una forma única.
La mejor época para visitar esta maravilla natural es en primavera u otoño. En verano puede hacer calor y en invierno la humedad del bosque complica el acceso. En cualquier caso, se recomienda llevar buen calzado, agua y alguna capa por si cambia el tiempo. Hay un aparcamiento gratuito en Korres, ideal para iniciar la ruta.
Peña del Arco


Puente de los Gentiles


Ojo de Legunbe


Soy un apasionado de los rincones con encanto y, al llegar al Ojo de Legunbe, supe que había descubierto una espectacular ventana a Llanada Alavesa. Este arco natural, esculpido por el tiempo y los elementos, se encuentra en la parte más oriental de la Sierra de Entzia. Lo curioso es que no todo el mundo lo conoce, pero quienes se animan a la ruta se quedan fascinados.
El acceso más habitual parte desde las campas de Legaire, cerca del puerto de Opakua, en Álava. Desde allí, la ruta circular tiene unos 4 kilómetros con unos 200 metros de desnivel, lo que la convierte en una excursión moderada y muy disfrutable. No la recomiendo para niños, ya que la última parte de la ruta tiene mucha pendiente y piedras sueltas, lo que puede resultar complicado para los más pequeños.
Uno de los momentos más impactantes es cuando aparece el Ojo entre las rocas: una doble abertura que enmarca el paisaje de forma natural. Desde ahí, se dominan los prados infinitos de la Llanada, en un silencio roto solo por el viento y los buitres. Una espectacular ventana a Llanada Alavesa, de esas que se quedan grabadas en la memoria.
Mi recomendación es visitarlo en primavera o principios de otoño, cuando los colores del bosque estallan y las temperaturas son agradables. Además, en días despejados, las vistas son simplemente brutales. Eso sí, lleva calzado de monte, algo de abrigo y disfruta cada paso. Este tipo de joyas naturales no se encuentran todos los días.
Más información: Ojo de Legunbe.
Dolmen de Jaizkibel


Arco de Katarri


Ojo de Ungino



Hay lugares que te sorprenden por su forma y otros por lo que te permiten ver. El Ojo de Ungino cumple con ambas. Se trata de un espectacular arco natural horadado en lo alto de la Sierra Salvada, justo sobre el vertiginoso abismo que da paso al Valle de Ayala. Y sí, es tan increíble como suena: un precioso arco con vistas al Valle de Ayala, como si la montaña hubiese querido abrir una ventana hacia el horizonte.
Para llegar hasta él, lo más habitual es iniciar la ruta desde Madaria, un pequeño pueblo alavés que sirve de acceso a varias rutas hacia los picos de Ungino y Eskutxi. La caminata es exigente: alrededor de 15 kilómetros (ida y vuelta), con un desnivel acumulado de unos 1.000 metros, por lo que hay que ir preparados.
El Ojo de Ungino es un auténtico mirador natural, suspendido sobre los cortados de la sierra. Al asomarte, el vacío bajo tus pies se abre en una postal perfecta del verde tapiz del valle. Además, el lugar es poco frecuentado entre semana, así que el silencio solo lo rompe el viento que atraviesa el arco.
Primavera es una época ideal para visitarloya que regala colores vivos al paisaje.
Ojo de Atxular



Si alguna vez has querido sentirte dentro de una película de aventuras, el Ojo de Atxular te va a flipar. Esta puerta natural es uno de los rincones más bonitos del Parque Natural del Gorbea. No lo digo por decir, la primera vez que pasé por allí me quedé boquiabierto: un agujero enorme en la muralla caliza del macizo de Itxina, como una entrada secreta a otro mundo.
Se accede desde el parking de Pagomakurre, en una ruta de unos 12-15 km dependiendo del desvío que tomes, atravesando bosques, campas (las famosas Campas de Arraba) y paisajes kársticos impresionantes. El paso por el Ojo de Atxular marca un punto clave en la travesía, no solo por su belleza, sino porque simboliza literalmente el “paso” hacia el corazón de Itxina. Aunque parece inaccesible, es bastante alcanzable con un nivel físico medio. Eso sí, hay algunas zonas donde el sendero se difumina, así que un GPS o una app como Wikiloc es buena idea.
Una curiosidad: el Ojo es conocido también como Atxulaur, y ha sido inspiración de mitos vascos; muchos creen que Mari, la diosa de la tierra, habita cerca. No es solo naturaleza, es cultura viva.
Catedral de Gaztelugatxe


Arco de Penpelin



Pese a ser completamente desconocido, tiene su encanto: el Arco de Penpelin, o Arku naturala Penpelin en euskera, aguarda oculto entre robles y helechos en el corazón del Parque Natural de Aizkorri‑Aratz. Desde la presa de Urkulu, una pista de apenas 900 metros te deja a escasos 5–7 m de esta formación rocosa, justo al lado de la cueva homónima. Un detalle curioso es que pocas personas, incluso de la zona, conocen su existencia, y ese aire de secreto lo convierte en un destino aún más especial para los amantes del senderismo.
El arco se alza en las Peñas de Urrexola, cerca del río Arbe y del collado de Santikurutz, en las laderas del monte Orkatzategi. Recorrer esa senda tranquila, de dificultad baja, es perfecto para una escapada en familia o con niños. A destacar: el sendero transcurre por un entorno boscoso, ofrece vistas sobre el cañón del Arbe y culmina en un espectacular marco geológico natural que parece sacado de una película de fantasía.
Para llegar, basta con comenzar desde la presa de Urkulu y caminar por pista. En menos de un kilómetro estarás junto al arco y la cueva. La caminata total suma unos 2 kilómetros ida y vuelta, con un desnivel muy moderado. La mejor época para visitarlo es sin duda primavera u otoño, cuando el bosque está en su máximo esplendor y el rugido del Arbe acompaña el trayecto. En verano, aunque algo más seco, el verde sigue presente y el paisaje no pierde su belleza.
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