
Los 10 pueblos más bonitos de Badajoz
Badajoz, esa provincia que se extiende serena por el suroeste de España, es una tierra de horizontes amplios, fortalezas centenarias y pueblos que guardan con orgullo su historia. A menudo olvidada en las rutas del turismo masivo, Badajoz susurra con voz baja una belleza profunda, pausada, auténtica. Aquí, la tradición no es un decorado: es el latido constante de una tierra que nunca ha dejado de ser ella misma.
Lejos del ruido de las grandes ciudades, Badajoz se presenta como un remanso de calma y carácter. Una provincia que se descubre a través de sus dehesas infinitas, de sus pueblos blancos que brillan bajo el sol extremeño y de sus gentes que aún te reciben con la puerta entreabierta y un saludo sincero. Aquí, cada rincón encierra una historia por contar, un silencio que dice más que mil palabras, una plaza donde aún se juega a la sombra de una iglesia barroca.
Recorrer los pueblos más bonitos de Badajoz es sumergirse en una Extremadura que respira autenticidad. Es dejarse envolver por la elegancia de Jerez de los Caballeros, la quietud monumental de Zafra o la riqueza histórica de Alburquerque. Es pasear por calles empedradas, descubrir castillos, conventos, palacios y callejones donde el tiempo se toma su tiempo.

Fregenal de la Sierra, uno de los pueblos más bonitos de Badajoz.
Muchos de estos pueblos no necesitan ser conocidos para ser inolvidables. Porque la belleza de Badajoz no se impone: se revela a quien se detiene a mirar con calma, a quien se deja llevar sin expectativas y acaba llevándose un trozo de alma extremeña en el equipaje.
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Recuerda:
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Esta selección es solo el inicio. Badajoz está llena de pueblos que merecen ser descubiertos.
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Cada pueblo es una cápsula de tiempo, una historia viva. Recorre sus calles con ojos curiosos y corazón abierto.
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Badajoz es una tierra para saborear con los cinco sentidos: su luz, su silencio, sus sabores y su gente te conquistarán.
¡Ven a Badajoz y déjate sorprender por la belleza serena de sus pueblos más bonitos!
Pueblos más espectaculares de Badajoz
Olivenza



Olivenza, en la provincia de Badajoz, es uno de esos pueblos que atrapan por su personalidad única. A medio camino entre dos mundos, esta localidad extremeña conserva una identidad marcada por siglos de historia portuguesa y española, lo que se refleja en su arquitectura, cultura y lengua.
Durante siglos, Olivenza perteneció a Portugal, hasta que fue anexionada a España en el siglo XIX tras el Tratado de Badajoz y la Guerra de las Naranjas. Aunque España mantiene su soberanía, Portugal nunca ha renunciado oficialmente al territorio, lo que convierte a Olivenza en un lugar singular donde aún perviven costumbres, nombres de calles y construcciones de origen luso.
Su casco histórico es un verdadero museo al aire libre. Entre sus principales joyas destaca la Iglesia de Santa María del Castillo, del siglo XVI, con un retablo mayor de madera tallada impresionante. Justo al lado se encuentra la capilla de la Casa de la Misericordia, con su decoración de azulejos portugueses del siglo XVIII.
Otro emblema es la Puerta del Calvario y el recinto amurallado medieval, así como el Castillo de Olivenza, cuya torre del homenaje ofrece vistas espectaculares del entorno.
Pasear por Olivenza es disfrutar de calles empedradas, plazas tranquilas y fachadas encaladas, todo ello enmarcado en un ambiente que combina lo mejor de las tradiciones lusas y extremeñas.
Olivenza es una joya fronteriza donde la historia se palpa en cada rincón, y donde el patrimonio cultural y monumental invita a mirar dos veces… y quedarse un poco más.
Jerez de los Caballeros



En el suroeste de la provincia de Badajoz, dominando la vega del río Ardila, se alza Jerez de los Caballeros, un pueblo monumental donde cada rincón revela la huella de los Caballeros Templarios. Su historia es tan rica como su patrimonio: fenicios, romanos, musulmanes y cristianos dejaron aquí su impronta antes de que en el siglo XIII la Orden del Temple convirtiera la localidad en la capital del Bayliato de Xerez.
El símbolo indiscutible del pueblo es la Fortaleza Templaria, de origen musulmán y reconstruida por los templarios. En ella destaca la imponente Torre Sangrienta, escenario de la trágica ejecución de los últimos templarios tras la disolución de la orden. Desde lo alto, las vistas del caserío y del paisaje extremeño son impresionantes.
Aún se conservan tramos de la antigua muralla, también de época templaria. De las seis puertas originales, hoy sobreviven dos: la Puerta de la Villa y la Puerta de Burgos, que dan paso a un casco histórico de gran belleza.
Jerez de los Caballeros es también tierra de iglesias. La Iglesia de Santa Catalina, de origen gótico y reformada en época barroca, alberga un impresionante retablo mayor. La Iglesia de San Bartolomé, con su característica torre barroca, y la Iglesia de San Miguel, que combina elementos góticos y barrocos, completan un recorrido monumental digno de una villa con pasado nobiliario.
Jerez de los Caballeros es historia viva entre torreones, leyendas templarias y un patrimonio arquitectónico que sorprende a cada paso. Un destino imprescindible para los amantes del arte, la historia… y los pueblos con alma.
Hornachos



Al abrigo de la sierra que le da nombre, Hornachos se alza como uno de los pueblos más singulares y con más historia del sur de Extremadura. Su casco urbano, encajado entre el valle de los Moros y el valle de los Cristianos, conserva el legado de siglos de convivencia entre culturas.
Durante la Edad Moderna, Hornachos fue el principal núcleo mudéjar y morisco de la Corona de Castilla. Su historia está marcada por la llegada de los musulmanes en el siglo VIII, quienes levantaron una imponente fortaleza en lo alto de la sierra. Aunque fue conquistada por los cristianos en 1234, gran parte de la población musulmana permaneció, convirtiendo la villa en un enclave multicultural hasta la expulsión de los moriscos en 1610, muchos de los cuales fundaron posteriormente la república de Salé (actual Marruecos), dedicada a la piratería. Hoy, el hermanamiento entre Hornachos y Rabat honra esa memoria compartida.
Entre sus monumentos destaca la Iglesia de la Purísima Concepción, con uno de los mejores artesonados mudéjares de Extremadura; y la Iglesia de San Ildefonso, de estilo barroco. También llaman la atención el Pósito, hoy convertido en el Centro de Interpretación de la Cultura Morisca, y el conjunto de fuentes, pilares y huertas tradicionales que aún se conservan en los alrededores.
Hornachos es un viaje al pasado, a una historia de resistencia, mezcla y exilio. Su legado arquitectónico y cultural, enmarcado por paisajes naturales y senderos de huerta, lo convierten en un destino diferente, lleno de carácter e identidad.
Segura de León



En el sur de Badajoz, en las estribaciones de Sierra Morena, se alza Segura de León, una villa con un legado medieval imponente y una estampa que atrapa al viajero. Con sus casas encaladas, tejados rojos y calles empinadas que se adaptan al relieve montañoso, este pueblo ofrece una de las estampas más singulares de la comarca de Tentudía.
Su perfil está dominado por el castillo santiaguista, construido tras la conquista cristiana de 1248, cuando la villa fue incorporada a la Orden de Santiago. Esta fortaleza, símbolo del pueblo, corona una colina desde la que se contemplan los valles y montañas del entorno. A su lado, la iglesia parroquial y la iglesia de Fátima completan el conjunto monumental que define su silueta.
La historia de Segura se remonta incluso más atrás, con huellas romanas en el paraje del Torreón, y vestigios de la Segunda Edad del Hierro en la sierra de Martela. También se conservan restos visigodos y musulmanes, y la tradición dice que desde estas tierras partieron vecinos hacia la conquista de América, cuyas riquezas permitieron embellecer iglesias y conventos del pueblo.
Entre sus leyendas, destaca la de Tentudía, que da nombre a la sierra: una súplica milagrosa del Maestre Pelay Pérez Correa hizo detener el sol durante una batalla contra los musulmanes.
Hoy, Segura de León conserva ese aire de historia viva entre murallas, conventos, caminos empedrados y paisajes de sierra, siendo un destino ideal para quienes buscan autenticidad, arquitectura popular y huellas de un pasado fascinante.
Azuaga



En el corazón de la Campiña Sur de Badajoz, Azuaga destaca como uno de los pueblos con mayor riqueza patrimonial de Extremadura. Declarado Conjunto Histórico-Artístico, pasear por sus calles blancas, amplias y salpicadas de escudos nobiliarios, es viajar por siglos de historia, desde el pasado bereber hasta el esplendor gótico y barroco.
Una visita a Azuaga debe comenzar por el Castillo de Miramontes, desde donde se disfrutan vistas espectaculares del entorno y se aprecia la distribución urbana de la villa. Justo al pie del castillo se alza la majestuosa Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, considerada la segunda más grande de la provincia. Su impresionante arquitectura gótica, los detalles de cantería y la sensación de estar en una auténtica catedral sorprenderán al visitante.
El recorrido continúa por calles como Pío XII, Llana o Alconchel, donde se descubren restos mudéjares, casas señoriales y rincones llenos de carácter. La Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, con aspecto de fortaleza, guarda en su interior una escultura atribuida a Francisco de Zurbarán, y en la cercana Iglesia del Cristo del Humilladero, se conserva un crucificado de Francisco de Ocampo.
Azuaga también es cultura viva, con dos espacios que emocionan: el Museo Etnográfico y el Museo de Arte Contemporáneo, ambos en el mismo edificio. Y a las afueras, el Parque Periurbano Sierra de Azuaga invita a conectar con la naturaleza.
Completa la experiencia con una escapada a Cardenchosa, su pedanía con restos megalíticos y sabor de huerta. Y no olvides sus fiestas: Semana Santa, ferias, romerías y belenes vivientes hacen de Azuaga un lugar vibrante durante todo el año.
Fregenal de la Sierra



Al sur de la provincia de Badajoz se encuentra Fregenal de la Sierra, una joya monumental que combina historia, arquitectura y un carácter único. Declarado Conjunto Histórico y Bien de Interés Cultural, este pueblo destaca por la riqueza y singularidad de su patrimonio.
El emblema de Fregenal es, sin duda, su Castillo Templario, una fortaleza del siglo XIII con una particularidad sorprendente: en su interior se construyeron, siglos después, una Plaza de Toros y un Mercado de Abastos, formando un conjunto absolutamente singular en España. Este espacio, donde lo militar, lo religioso y lo popular se entrelazan, resume bien el espíritu integrador del pueblo.
Entre los edificios religiosos destaca la Iglesia de Santa Ana, cuyo retablo mayor es una auténtica joya del Renacimiento extremeño. También merece mención especial el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, lugar de devoción y punto central de las festividades locales, así como la restaurada Iglesia de los Jesuitas, hoy convertida en espacio cultural.
Pasear por Fregenal es descubrir una trama urbana salpicada de casas solariegas, pequeños palacetes, conventos y fuentes históricas, todo ello rodeado de la sierra que le da nombre y un ambiente de pueblo vivo y acogedor.
Gracias a este impresionante legado, Fregenal de la Sierra se ha consolidado como uno de los destinos emergentes más destacados de la provincia, ideal para quienes buscan historia, autenticidad y belleza en cada rincón.
Medellín



Situado a orillas del río Guadiana, Medellín es uno de los pueblos más fascinantes de Badajoz y un verdadero tesoro histórico de Extremadura. Su ubicación estratégica en un fértil vado ha favorecido el asentamiento humano de forma continua desde la prehistoria hasta nuestros días. Cada época ha dejado su huella, convirtiendo a Medellín en un museo al aire libre.
Su patrimonio monumental es excepcional. El Castillo Medieval, coronando el cerro, ofrece una vista imponente y guarda siglos de historia entre sus muros. A sus pies, el Teatro Romano —uno de los mejor conservados de la región— sigue acogiendo representaciones que recuperan la magia clásica bajo el cielo extremeño.
También destacan el Puente de los Austrias, de época moderna, y un conjunto de cuatro iglesias que reflejan la evolución artística y espiritual del lugar.
Pero Medellín es también cuna de grandes figuras históricas. Aquí nació Hernán Cortés, el conquistador de México, cuya figura sigue presente en la memoria local y en el paisaje monumental de la villa.
El entorno natural del Guadiana añade encanto a la visita, con senderos que invitan al paseo y rincones ideales para los amantes de la fotografía o el descanso al aire libre. La gastronomía local, con productos de la tierra y cocina tradicional extremeña, completa una experiencia única.
Medellín es historia, arte y vida a orillas del río. Un destino que sorprende al viajero y deja una huella imborrable.
Barcarrota



Situada en el corazón de la dehesa extremeña, Barcarrota es un pueblo con profundas raíces históricas y un patrimonio que sorprende al visitante. Su origen se remonta al Neolítico, y en sus alrededores se conservan vestigios de uno de los asentamientos megalíticos más importantes de Extremadura.
Uno de los elementos más singulares de Barcarrota es su castillo de las Siete Torres, una antigua fortaleza que, en el siglo XIX, fue transformada en plaza de toros, eliminando seis de sus torres originales y dejando en pie únicamente la imponente Torre del Homenaje. Esta mezcla de arquitectura defensiva y tradición taurina le da al conjunto un carácter muy especial.
La localidad también cuenta con dos iglesias históricas que reflejan la evolución religiosa y artística de la región, integradas en un casco urbano que invita al paseo tranquilo entre casas encaladas y paisajes abiertos.
Barcarrota también guarda un gran secreto literario: en 1992, durante unas obras, se descubrió una colección de libros ocultos del siglo XVII. Entre ellos, una edición desconocida del Lazarillo de Tormes, lo que convirtió al pueblo en un referente para los amantes de la historia y la literatura.
Con su combinación de patrimonio, paisaje y curiosidades históricas, Barcarrota es un destino ideal para quienes buscan conocer un rincón auténtico de Badajoz, donde cada piedra y cada torre cuentan una historia.
Alconchel



Con más de mil años de historia, Alconchel es uno de los pueblos más singulares del suroeste de la provincia de Badajoz. Declarado Destino Cultural, su rico patrimonio combina herencias árabes, arquitectura tradicional y un entorno natural privilegiado.
El emblema de la localidad es el Castillo de Miraflores, una fortaleza que domina el paisaje y que conserva el aura legendaria de los tiempos andalusíes. En torno a este monumento se celebra la Zaragutía Mora, una fiesta popular que recrea las leyendas medievales de la villa, con pasacalles, música y recreaciones históricas que hacen revivir el espíritu morisco del castillo.
Alconchel también cuenta con un antiguo acueducto y un conjunto arquitectónico que invita a pasear con calma, descubriendo rincones cargados de historia.
Pero la experiencia en Alconchel no termina cuando cae el sol. Gracias a sus cielos limpios y su escasa contaminación lumínica, el pueblo ha sido reconocido como Destino Turístico Starlight. Desde su mirador celeste, los visitantes pueden observar las constelaciones a simple vista o a través de telescopios, y recorrer su sendero nocturno para disfrutar de la naturaleza bajo las estrellas.
Además, Alconchel forma parte del entorno del Lago Alqueva, el mayor lago artificial de Europa, compartido con Portugal. Un enclave perfecto para actividades acuáticas, rutas senderistas y momentos de desconexión total.
Entre patrimonio, leyendas y cielos estrellados, Alconchel ofrece una escapada cultural y sensorial inolvidable, ideal para quienes buscan una experiencia auténtica y diferente en Extremadura.
Llerena
Ubicada en la Campiña Sur de Badajoz, Llerena es una localidad que sorprende por su elegancia monumental y su riqueza cultural. Antiguo enclave de la Orden de Santiago y sede del Santo Oficio en Extremadura, Llerena vivió durante siglos un esplendor que hoy se refleja en su patrimonio artístico y urbano.
El recorrido por su centro histórico —declarado Conjunto Histórico-Artístico— permite admirar joyas como la iglesia de Nuestra Señora de la Granada, que combina elementos góticos, mudéjares, renacentistas y barrocos. Su torre de ladrillo y cerámica vidriada es uno de los símbolos visuales de la ciudad. También destaca la iglesia de Santiago, con su singular portada plateresca.
Llerena fue un importante centro intelectual y jurídico en los siglos XV y XVI. Aquí convivieron comunidades cristianas, judías y musulmanas, y esa diversidad cultural dejó huella en sus calles, plazas y edificios. En la Plaza de España, el visitante encuentra uno de los espacios urbanos más armoniosos de la región, rodeado de soportales y fachadas con sabor señorial.
A nivel cultural, Llerena mantiene una intensa vida artística. Festivales, exposiciones y eventos como el Festival Internacional de Cortometrajes El Pecado o las Jornadas Barrocas convierten al pueblo en un centro de dinamismo creativo durante todo el año.
Visitar Llerena es pasear por una villa ilustrada, con aire andaluz y alma extremeña. Una fusión perfecta de historia, arte y vitalidad que la convierten en uno de los pueblos más bonitos y culturales de Badajoz.
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